El HIIT se centra en un entrenamiento anaeróbico de intervalos de alta intensidad que busca trabajar siempre en la zona donde más grasa podemos quemar. Esta forma de entrenamiento basada en intervalos, busca estar cerca del consumo de oxígeno máximo, lo que además de quemar grasa, nos servirá para tener una mejora en la función cardiovascular, la presión sanguínea y otros muchos beneficios.
Estos entrenamientos, además, son altamente eficientes, ya que con poco tiempo de entrenamiento, e incluso sin muchas sesiones, podemos obtener ya los primeros resultados. Se estima, que con 6 o 7 sesiones repartidas en dos semanas, ya hay resultados palpables en nuestro metabolismo.
Este método, ha demostrado ser mejor al clásico entrenamiento de larga duración a baja intensidad, por varios motivos:
La intensidad del ejercicio hace que utilicemos las grasas como una fuente energía más.
Aumenta el uso de la hormona de crecimiento gracias a que acumulamos mucho más lactato que los entrenamientos más suaves.
Consumimos mucho más oxígeno después de acabar el ejercicio.Con esto, se ha demostrado que se puede reducir la grasa hasta 9 vece más que un entrenamiento de baja intensidad, pero claro está, no se puede pretender hacer HIIT de buenas a primeras, sin tener una base desde la que partir.
Este entrenamiento, además de tener que acompañarlo de una buena dieta para convertirlo en efectivo, necesita de una buena base cardiovascular, ya que al ser entrenamientos tan intensos se puede caer fácilmente en el sobreentrenamiento. Además, hay que respetar los días de recuperación y espaciar las sesiones de HIIT ya que se puede caer en fatiga crónica.
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