Toda la vida haciendo dietas, probando lo último de lo último, los puntos, la alcachofa, las proteínas, los batidos, los zumos verdes? ¡¡¡Qué hartura dios mío!!!
Comprándote el aceite que no engorda, la mantequilla menos calórica, el refresco cero, el endulzante sin calorías, el pan más ligero, ¡la reina de lo light!
Y toda la vida mirándote la tripa, el culo, los brazos y diciéndote al espejo, qué cuerpo más feo, qué piernas más gordas, qué cintura más ancha?
Y, ¿no tienes la sensación de que aunque perdieras 3, 5 o 10 kilos seguirías pensando igual, que siempre habría algo que cambiar, algo que querrías mejorar?
¿No te gustaría mandar todos esos pensamientos negativos a la mierda? ¿No te gustaría mirarte al espejo y quererte, no por lo flaca o lo llenita que estuvieras, por el largo de tus piernas o la tersura de tu piel, quererte porque eres un ser humano extraordinario y único y nada más?
Yo he pesado 5 kilos más y 5 kilos menos y aún así siempre lograba localizar una molla indeseable. Ansiaba, más firmeza, más tono, menos centímetros?
¿Qué he aprendido en todo este tiempo hasta hoy? He aprendido que la felicidad no depende de los kilos que peses sino, en gran medida, de tu sensación de bienestar.
Y he aprendido qué es lo que me procura bienestar y qué insatisfacción. Y ahora sé, que el arroz integral me sienta mejor que el arroz blanco pero también que tomarme un té con una amiga y acompañarlo con un trocito de bizcocho de vez en cuanto también me proporciona bienestar.
Que el hincharme a dulce me produce insatisfacción, culpa y arrepentimiento, pero también he aprendido los mecanismos para evitarlo.
Que la vida es un juego de más y menos, de compensar lo mucho con lo poco y de tender hacia un equilibrio difícil pero necesario.
Y que la respuesta está en quererse. En quererse tanto que te cuides como cuidas a cualquier otra persona que ames, porque deseas tu bienestar. Y porque estando bien , sintiéndote bien, tu capacidad de amar, de darte, de ayudar y de cuidar de los que te rodean se multiplica.
A Cupido que le den, enamórate de ti.
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