Las esponjas vaginales se caracterizan sobre todo por ser muy cómodas y eficaces a la hora de tener relaciones sexuales durante el periodo. La ausencia de hilo hace que sea casi imperceptibles para nuestra pareja, que no lo notará ni durante el coito. Es el mejor método para practicar sexo sin manchar.
Son muy sencillas de poner y de quitar, pese a que no tienen cordón del que tirar, incorporan una pequeña abertura o agujero para meter el dedo y extraerla fácilmente. Algunas esponjas vaginales vienen lubricadas y sino, puedes humedecerlas ligeramente con un poco de agua tibia antes de ponértelas.
Son de un solo uso y su duración oscila entre 3 y 8 horas dependiendo de la cantidad de nuestro flujo. Están testadas dermatológica y clínicamente y las pueden usar las chicas con alergia a los tampones o compresas. Sus formas varían pero todas están diseñadas para adaptarse perfectamente a nuestro cuerpo.
Cómo se colocan:
1- Antes de abrirlas, lávate bien las manos.
2- Abre el envoltorio individual y aprietas la esponjita hasta que tenga el tamaño que te sea cómodo para introducir.
3- La metes despacio con dos dedos procurando dejar en hueco hacia abajo para después sacarla.
4- Pasado un tiempo, cuando veas que necesitas cambiarla, introduces despacio un dedo por el hueco de la esponja y tiras suavemente. Pese a que su material no contamina, no se pueden tirar al WC, deséchala en una papelera.
¡Así de fácil! Y además no te manchas porque absorben el flujo.
Como ya dijimos, las esponjas vaginales son perfectas para usar durante el sexo y no sólo porque son muy higiénicas, sino porque son compatibles con el uso de espermicidas. Así es, además de practicar sexo limpio también será seguro: moja la esponja con un poco de espermicida antes de ponértela y además de deslizarse mejor la esponja te ayudará a prevenir el embarazo. Y resalto prevenir porque no os protegerá al 100% de ello, pero lo podéis combinar con el uso del preservativo para lograr un 98% de eficacia.
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