¿Qué es la terapia EMDR?
La Terapia de desensibilización y reprocesamiento mediante movimientos oculares (EMDR, por sus siglas en inglés, Eye Movement Desensitization and Reprocessing) es un método de psicoterapia utilizado para desensibilizar y reprocesar traumas psicológicos. Es una técnica terapéutica ampliamente investigada, avalada y efectiva.El objetivo principal que persigue la terapia EMDR es el de ayudar a recuperarse a las personas que han vivido alguna situación traumática y otras experiencias vitales angustiosas asociadas a problemas de salud mental, como pueden ser el Trastorno de Estrés Postraumático, la ansiedad o la depresión, entre otras patologías.
Los comienzos de la terapia EMDR
En 1987, Francine Shapiro descubrió que el malestar que sentía frente a recuerdos, que de forma persistente los percibía como perturbadores, disminuía notablemente -o incluso desaparecía- cuando hacía movimientos con sus ojos de un lado a otro. A partir de esta observación fortuita y personal, el estudio de este fenómeno y su posterior desarrollo hicieron que la terapia EMDR se convirtiera en una realidad.Durante todos estos años, lo que empezó siendo una hipótesis se ha convertido en un proceso estructurado de psicoterapia con evidencia científica, gracias a numerosos estudios de investigación donde se han analizado los cambios durante las sesiones, la efectividad en distintas patologías y los efectos en el sistema nervioso.
Cómo funciona la Terapia EMDR
La terapia EMDR consta de ocho fases, y se compone de protocolos y procedimientos estandarizados aplicables tanto a infancia como a la adultez.Es fundamental que el/la terapeuta conozca en profundidad el caso clínico y pueda llegar a comprender junto a la persona las conexiones entre el problema que es el motivo de consulta y su historia previa.
Partiendo de esta base, se ha de valorar si la persona necesita un proceso previo de preparación que le ayude a entender mejor sus dificultades y potenciar sus recursos, así como a adquirir cierta estabilidad, aprender a gestionar correctamente sus emociones y sentirse seguro, para así poder avanzar y abordar sus experiencias difíciles.
Entre paciente y terapeuta se acuerdan los temas a trabajar y se va accediendo uno a uno a todos los recuerdos relevantes, poniendo atención en los siguientes elementos: imagen negativa, creencia negativa sobre sí mismo/a, emoción y sensación corporal relacionada con este evento. Finalmente, se accederá a una creencia positiva sobre sí mismo/a que suponga un cambio en la perspectiva respecto a la experiencia elegida.
Las ocho fases que componen la terapia EMDR son:
Historia del paciente.
Preparación del paciente.
Evaluación de los aspectos primarios del recuerdo.
Desensibilización del recuerdo traumático.
Instalación de la cognición positiva.
Examen corporal.
Cierre.
Reevaluación.
Estas ocho fases, junto al protocolo de la línea temporal pasado-presente-futuro, hacen que sea más fácil la evaluación integral de la imagen de la memoria traumática, la preparación del paciente y el procesamiento de pasado (eventos pasados que han asentado las bases para la presencia de la patología), presente (las situaciones que resultan perturbadoras en la actualidad) y futuro (los desafíos o posibles estímulos futuros que pudieran facilitar la aparición de los síntomas) (F. Shapiro, 2001).
Traumas
En EMDR, se buscan las experiencias que han contribuido al problema actual y, para ello, se hace distinción entre dos tipos de trauma:Los traumas con “T mayúscula”: son aquellas experiencias relacionadas con eventos traumáticos graves, como un accidente o una agresión. Suele venir acompañado de flashback, pesadillas y mucho malestar.
Los traumas con “t minúscula”: son aquellas experiencias más relacionadas con situaciones cotidianas, como la relación con personas significativas de la vida. Tienen que ver con lo que se ha denominado trauma interpersonal y también con el concepto de apego disfuncional.
En la actualidad, la evidencia científica habla sobre cómo el trauma en la infancia tiene una fuerte influencia en el desarrollo de problemas médicos y psicológicos a lo largo de la vida. No se niega otras influencias que pueden ejercer factores genéticos, tóxicos o socioculturales, pero la contribución de los aprendizajes disfuncionales en la infancia con las patologías es evidente.
Como hacen otras terapias orientadas al trauma, el trabajo con EMDR se centra en identificar, acceder y procesar estas experiencias que están en la base de la patología y que no han podido ser previamente procesadas.
Lo que diferencia al EMDR de otras terapias es que, a su combinación teórico-práctica de diferentes orientaciones psicológicas, se le incorpora la estimulación bilateral (en la mayor parte de los casos, mediante movimientos oculares sacádicos horizontales) para desensibilizar el malestar provocado por los recuerdos traumáticos y conseguir el reprocesamiento y la integración de los mismos dentro de las memorias biográficas normalizadas del paciente (F. Shapiro, 2001).
Pero ¿es fiable? Evidencia científica de la terapia EMDR
En los años 90 surgieron en Estados Unidos las “terapias basadas en la evidencia”, es decir, tratamientos que han demostrado científicamente su eficacia. Su objetivo es estudiar los tipos de terapia más apropiadas para cada trastorno, basándose en la investigación científica.Para que una terapia se considere basada en la evidencia, ha de verificarse su efecto utilizando un estudio controlado con una muestra de personas que se considere significativa.
Los tratamientos psicológicos basados en la evidencia se incluyen en guías de tratamiento editadas por organizaciones de salud, como pueden ser la OMS (Organización Mundial de la Salud), asociaciones profesionales como la Sociedad de Psicología Clínica, la APA (American Psychological Association) o la ITS (International Society for Traumatic Stress Studies).
Es muy importante que un tratamiento médico o psicológico esté incluido en estas guías, ya que esto significa que su eficacia para tratar un trastorno concreto ha sido científicamente demostrada. De este modo, se persigue la mejora de la calidad de los tratamientos y que los profesionales de la salud utilicen métodos y abordajes que hayan sido demostrado científicamente.
La terapia EMDR está incluida en estas guías clínicas como una de las terapias más adecuadas para tratar el Trastorno de Estrés Postraumático.
Recomendaciones sobre el EMDR
En los últimos años, la terapia EMDR ha ganado una representativa popularidad entre terapeutas que, cada vez más, han estudiado y aplicado esta técnica en sus sesiones clínicas en diferentes países de Europa (McGuire, Lee, & Drummond, 2014).Desde 2013, la OMS recomienda la terapia EMDR como uno de los tratamientos altamente recomendados y eficaces para los trastornos relacionados con el trauma. También la ISTSS (Sociedad Internacional de Estudios de Estrés Traumático) señala que es uno de los tratamientos de elección para tratar el TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático).
Por último, cabe señalar el significativo incremento de publicaciones científicas en PubMed, donde se ha comparado la eficacia de la terapia EMDR con otras terapias psicológicas bien establecidas y aceptadas, entre las que se encuentra la terapiacognitivo conductual (TCC), la terapia narrativa o la terapia de exposición.
Los movimientos oculares, principal particularidad de esta técnica, han dado lugar a recelos y cuestionamientos de esta psicoterapia. Sin embargo, cabe destacar que son numerosos los estudios de investigación y que, tras el metaanálisis más reciente (Lee &Cuijpers, 2013), se ha determinado que los movimientos oculares añaden un efecto importante al tratamiento.Las conclusiones han sido claras: cuando se analizan únicamente los movimientos en sí el efecto ha demostrado ser grande y significativo. Cuando se incluyen dentro de un tratamiento clínico, donde más variables pueden estar influyendo, el efecto es moderado y significativo.
La terapia EMDR ha procurado desde sus inicios fundamentar sus procedimientos en la investigación.
¿A quién va dirigida la terapia EMDR?
Sirve para tratar a niños, adolescentes y adultos de todas las edades. Aunque está especialmente indicada para tratar psicopatologías donde existen recuerdos interiorizados de forma desadaptativa y que producen un exceso de ansiedad o angustia en la persona, también se apoya su uso para abordar otros problemas como pueden ser:TEPT y otros problemas relacionados con el trauma y el estrés.
Ansiedad, ataques de pánico y fobias.
Enfermedades crónicas y problemas médicos.
Depresión.
Trastornos bipolares y psicóticos.
Trastornos disociativos.
Trastornos alimentarios.
Duelos y pérdidas.
Ansiedad por el rendimiento.
Trastornos de personalidad.
Violencia y abuso físico, sexual y emocional.
Trastornos del sueño.
Abuso de sustancias y adicción.
Violencia y abuso.
Es importante destacar que la terapia EMDR no basa su evidencia y eficacia en diagnósticos, sino más bien en llegar a la base de cada trastorno, donde cobra vital importancia el ambiente en el que la persona se ha desarrollado y relacionado.