Según la teoría del cerebro triúnico de MacLean, éste quedaría dividido en lo que podríamos llamar tres subcerebros: en primer lugar estaría el cerebro reptiliano que regiría las funciones más básicas y primitivas como son la respiración, el latido del corazón… A continuación y surgido evolutivamente después estaría el sistema límbico, sede donde se procesarían las emociones y por último y habiendo aparecido más recientemente estaría el neocortex, que sería la parte de nuestro cerebro encargada de las operaciones complejas como el lenguaje y el pensamiento.
Como podemos imaginar, las múltiples interacciones y conexiones compartidas entre los diversos cerebros dan lugar a una compleja y diversa amalgama de funciones, procesos y comportamientos externos.
El estudio del caso de Phineas Gage en el que una barra de hierro seccionó la conexión entre el sistema límbico (emocional) y el neocortex (pensamiento), dejó patente la importancia para la sobrevivencia y la vida diaria que tiene esta relación. Por un lado, Phineas se dejaba arrastrar emocionalmente por lo que sentía sin que pudiera regular su gestión racionalmente y por otra era incapaz normalmente de tomar una decisión entre varias opciones al no existir una asociación emocional en las diversas alternativas sobre las que elegir.
PLASTICIDAD CEREBRAL
Un hecho importante en nuestro desarrollo como seres humanos es que nuestro cerebro no es una estructura estanca y estática cuyas bases nos vienen dadas desde el nacimiento y más allá, y a lo largo de la vida solo podemos ir perdiendo capacidades sin solución. Desde hace un tiempo se ha ido demostrando científicamente que podemos influir sobre la estructura de nuestro cerebro con nuestra voluntad. Esto significa que podemos trabajar, modificar e influir en la construcción de ese órgano sede de la mente, la voluntad y el ego.
Al tener poder sobre nuestro cerebro estamos dando lugar a abrir la puerta a que podamos tener parte en la evolución de nuestro cerebro y por tanto elegir su desarrollo. Pero ante este paisaje no hay que olvidar la puerta trasera y es que al igual que podemos influir en nuestro cerebro, también influyen factores externos sobre el mismo.
Al tener poder sobre nuestro #cerebro estamos dando lugar a abrir la puerta a su #evolución.
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No solo hablamos de factores más explícitos como las ideologías, el populismo y el fanatismo, sino de otros factores que quizás, aunque sean menos destacables socialmente, son más influyentes y determinantes en su influencia sobre el cerebro.
Así, no influirá igualmente sobre la plasticidad del cerebro las características propias de un ambiente pobre que otro rico. La falta de recursos, las relaciones conflictivas, la falta de educación y una gestión emocional deficitaria tiene una influencia en el cerebro muy diferente a vivir en un lugar donde todas las necesidades básicas están cubiertas, existen códigos de convivencia que regulan las relaciones sociales en lo que se minimiza los conflictos, se da por hecho una educación mínima y de fomenta una gestión emocional imprescindible y de autoconocimiento.
EL TRABAJO DEL FUTURO
El trabajo es uno de esos parámetros que constantemente está ejerciendo su influencia sobre nuestro cerebro. El trabajo nos exige una serie de capacidades, habilidades y talentos que poner en funcionamiento. Pero no debemos centrarnos solo en lo que nos exige a nivel laboral sino también a nivel personal y social.
Hoy en día consideramos el trabajo como un conjunto de tareas que debemos hacer para conseguir unos objetivos entre los que se encuentra la recompensa económica y crear una estabilidad presente y futura. Este tipo de trabajo queramos o no está influyendo en nuestro cerebro y le está modificando. Ante este hecho, el cerebro se adapta.
Pero ¿cómo será el trabajo del futuro? Acabo de leer el libro ¿Hay trabajo en un futuro exponencial? y creo que podemos adelantar varias consecuencias a partir de los datos e ideas que expone.
TRABAJO Y FUTURO EXPONENCIAL
Está claro que el futuro será muy diferente al presente que estamos viviendo. Aunque nos pueda resultar duro, difícil de entender o en algunos casos hasta doloroso, el hecho es que, según respaldan y está anunciando expertos economistas, científicos, políticos… nuestro futuro laboral será muy, pero que muy distinto al concepto actual que de él tenemos.
La idea de que todos los procesos y tareas se automaticen, empezando desde las más simples y siguiendo con las más complejas; la idea de que no iremos a la oficina porque todo será una oficina gracias al avance del nivel de digitalización, es decir, que trabajaremos desde la cama, mientras nos tomamos una cerveza con un amigo y mientras estamos en la playa jugando con nuestro hijos; o la idea de que los directivos dejarán de ser esos señores serios, irrespetuosos y maleducados que tantas veces han sido caricaturizados en los medios de comunicación; todo ello hará que vivamos un mundo muy diferente al que vivimos actualmente.
No iremos a la #oficina porque todo será una oficina.
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Si a estas ideas que acabamos de enunciar le sumamos la conclusión de que ya no tendremos que trabajar obligatoriamente tal y como lo entendemos hoy en día, podemos hacernos una idea del nivel de exigencia mental que nos va a suponer adaptarnos a ello.
EL CEREBRO ESTÁ PREPARADO
La definición que más me gustó de inteligencia y que escuché en mi época de estudiante universitario fue que “es la capacidad de adaptación al ambiente”. Los seres humanos hemos desarrollado la inteligencia gracias a la interacción y trabajo en equipo de los tres cerebros de los que hemos hecho mención anteriormente. Por tanto estamos preparados y equipados eficazmente para hacer frente a las diversas exigencias y posibilidades que en un futuro próximo y no tan cercano nos tiene preparado.
Gracias a la capacidad plástica del cerebro, podremos ir creando nuevas redes neuronales y estructuras que nos permitan no solo adaptarnos y responder de la mejor manera favorable a nuestra supervivencia, sino que podremos seguir influyendo e interviniendo en el mundo que nos rodee y continuar no solamente avanzando como elementos integrantes de una cultura, sociedad o sistema global, sino que el seguiremos adelante sin parar en el camino de la evolución del ser humano.
Este camino a nivel psicológico nos obliga a prestar atención a las posibilidades a las que tendremos que hacer frente y que marcarán un nuevo hito en el conocimiento, avance y desarrollo de las humanidades y de nuestro sentido de existencia en la vida.
¿Desarrollaremos un cuarto cerebro para dar respuesta a las nuevas exigencias del futuro?
¿Desarrollaremos un cuarto #cerebro para dar respuesta a las nuevas exigencias del #futuro?
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Carlos Postigo