Los seres humanos, y los que son menos humanos aún más, tenemos la tendencia de "sacar pecho" ante cualquier posible superioridad. Esta superioridad no es necesario que sea ganada. Ni siquiera tiene que ser real. Sólo tiene que parecer que somos superiores para que nos empleemos a fondo en consolidarla.
Esto no sería excesivamente grave si, al menos, este intento de destacar produjera un afán de autosuperacion, de mejora. Sin embargo, habitualmente (demasiado habitualmente) optamos por la opción fácil: hundir al "enemigo" en vez de esforzarnos en crecer nosotros.
Uno de los más claros casos de lo que hablo es el sentimiento de superioridad por haber nacido en un lugar concreto. Sí, parece absurdo sentirse mejor porque tus ancestros se ubicaron en una zona del planeta en vez de en otra. Y así, nacen los nacionalismos. Y que conste que, dentro de lo malo, si el nacionalismo te hace sentir cierto orgullo por lo cercano y cierto afán de inspirar al resto, fenomenal. Si el nacionalismo te da por excluir, por cerrarte, por humillar, se convierte en prehistoricismo (perdón a la RAE por el palabro). Entonces, unos cuantos que vienen en una patera porque la vida allá donde les tocó nacer es insoportable, se convierten en unos "invasores" contra los que hay que luchar. Además, continuamente vemos en todo el planeta luchas por conquistar pedacitos de terreno que, parece ser nos, harán mucho más felices.
Y digo yo, ¿no sería más fácil abrir nuestra mente, entender al que se ha criado lejos de nosotros y tender la mano, si se puede, para ayudarle a vivir mejor? ¿intentar inspirar a los que están (supuestamente) por detrás de nosotros para que accedan a lo que nosotros tenemos, e inspirarnos de los que han llegado más lejos que nosotros para ver en qué podemos mejorar?
Quizás haga falta esto, una buena crisis (y no lo que tenemos, sino una "de verdad") para sentir lo que siente aquel que tiene que abandonarlo todo para convertirse en un ciudadano de segunda en cualquier otro lugar lleno de personas que se creen superiores simplemente por haber nacido ahí.
No te engañes, La ubicación de tu parto no es un mérito tuyo. Tus méritos te los ganas día a día, con tus acciones, con tus gestos, con lo que eres y en lo que te vas convirtiendo. Los que hemos nacido en un lugar privilegiado del planeta partimos con ventaja. Esa ventaja no es para pisar al de al lado, sino para ayudar, pasito a pasito, a que todos estemos un poco mejor.
La próxima vez que te plantees qué hacer con los "invasores" que vienen a "nuestro" país, piensa qué harías tú en su lugar (seguramente no seríamos tan valientes como ellos) y qué han hecho realmente para merecerse la vida de penurias que tienen.