por Pablo Rego | Muchas de las técnicas de relajación y armonización del organismo humano que Yoga propuso durante milenios están siendo redescubiertas por científicos e investigadores contemporáneos. Diferentes estudios realizados en las últimas décadas des
tacan la salud del nervio “vago” como uno de los ejes del bienestar y equilibrio del ser humano.
A partir de la “Teoría Polivagal” propuesta en 1994 por el reconocido Dr. Stephen W. Porges, quien, entre otros muchos títulos ostenta el de Científico Universitario Distinguido en la Universidad de Indiana, donde es el director fundador del Consorcio de Investigación del Estrés Traumático, se desarrollaron diferentes terapias y se reconocieron situaciones relacionadas con el alivio del estrés.
Esta teoría relaciona la evolución del sistema nervioso autónomo de los mamíferos con el comportamiento social y enfatiza la importancia del estado fisiológico en la expresión de problemas de conducta y trastornos psiquiátricos. La teoría está conduciendo a tratamientos innovadores basados en conocimientos sobre los mecanismos que median los síntomas observados en varios trastornos físicos, psiquiátricos y del comportamiento.
Yoga influye en el equilibrio del sistema nervioso, relajando tensiones a nivel muscular y orgánico, circulatorio y linfático, pero también a nivel esquelético. Las técnicas de Pranayama(respiración consciente) las asanas(posturas de Yoga) y las técnicas de relajacióny meditacióncrean un ambiente que percibimos y recibimos con gratitud sin necesidad de hacernos demasiadas preguntas, pero el bienestar conseguido tiene mucho que ver con la influencia de todo este universo de técnicas milenarias sobre el funcionamiento del nervio vago.
Una inteligencia desconocida.
Por un lado, puede estudiarse la anatomía del nervio vago y observarse así la influencia que puede tener en nuestro bienestar cotidiano. Este nervio está arraigado en los sistemas más primitivos de nuestro cuerpo y se relaciona con todas las funciones inconscientes que realizan los órganos.
Comenzando su trayectoria en el tronco cerebral, desciende bifurcándose por los lados del cuello, ingresando en el tórax y una vez allí, estas dos ramas se ramifican aún más hacia el plexo cardíaco y el plexo pulmonar. Ambos nervios vagos realizan la última parte de su trayecto por el tórax junto con el esófago, y desde allí se introducen la cavidad abdominal, atravesando el diafragma a través del hiato esofágico. Una vez en la cavidad abdominal, el nervio vago izquierdo se distribuye por el estómago, mientras que el nervio vago derecho finaliza en el plexo solar desde donde da ramas para las vísceras abdominales (estómago, intestinos, riñones e hígado), llegando su influencia hasta la pelvis.
Este recorrido explica muchas de nuestras reacciones emocionales y su influencia sobre los órganos. También a la inversa, lo que ocurre en los órganos afecta a nuestros estados anímicos, como por ejemplo desequilibrios en los intestinos que nos pueden llevar a un estado anímico de malestar.
Este nervio constituye el 75% de las fibras del sistema nervioso parasimpático, la parte de nuestro sistema nervioso autónomo que siempre que esté en armonía nos permitirá tener un mejor sueño, calma mental y estabilidad emocional.
A partir de la “Teoría Polivagal” del Dr. Porges www.stephenporges.com , se sabe que el nervio vago está formado por dos ramas: La rama dorsal, la más antigua o primitiva, relacionada con estrategias defensivas de inmovilización, similar a la de los animales que permanecen quietos ante el peligro como una manera de ahorrar energía y pasar desapercibidos, y una rama más nueva o evolucionada que forma parte del sistema de conexión de los músculos de la cara y el corazón y que participa de nuestra relación con lo público o lo social.
La tensión que no advertimos.
Los estudios realizados en torno al nervio vago y su relación imperceptible con muchos procesos que ocurren en nuestro cuerpo, más allá de nuestra percepción, han ido echando luz sobre diversos factores que generan malestar en nuestro transcurrir cotidiano.
Las disfunciones de los órganos abdominales, originados en la mala alimentación o la desarmonía en el ritmo del peristaltismo intestinal como señal desequilibrio, la respiración nerviosa, corta y agitada y la necesidad del cuerpo de regularse ante el estrés o la tensión del pericardio y la alteración del ritmo cardíaco, merced a los desafíos que debemos enfrentar en el mundo contemporáneo, son sólo algunos ejemplos de situaciones cotidianas que interesan al nervio vago.
Este nervio se debilita y pierde “tono” cuando el exceso de impulsos y la sobreexigencia de sus funciones se descontrolan, ante la falta de actividad metabólica o cuando nos rendimos ante el estrés excesivo. Antes de aparecer los síntomas de su disfunción hemos de haber vivido demasiado tiempo de estrés, sedentarismo y situaciones de enojos o irascibilidad, llegando a estados de irritabilidad permanente, sensación de peligro de muerte o depresión.
Podría pensarse que es un problema que se da sólo en algunos casos, pero, lamentablemente es algo habitual en estos tiempos ya que el ritmo acelerado y sobreestimulado en el que vive la mayor parte de la población mundial altera por completo el equilibrio y buen funcionamiento de este nervio que necesita ser nutrido y armonizado para enviar señales de seguridad a los sistemas de control y equilibrio natural de nuestro cuerpo.
Si percibimos una mirada amorosa o un gesto amable o amistoso el cuerpo liberará oxitocina que crea un ambiente interior relacionado con la seguridad, reciprocidad o confianza, junto a una actitud ideal óptima de nuestra fisiología y homeostasis condiciéndonos a un estado de salud y bienestar en el que podremos administrar las emociones y conducirnos de la mejor manera en la sociedad. Si por el contrario recibimos señales de hostilidad o amenazas, nuestros sistemas nerviosos liberarán adrenalina y cortisol preparándonos para huir o luchar, lo cual nos hará manifestarnos a través de la ansiedad, agresivamente, con irritabilidad, negando situaciones del entorno, evitando a los otros o tomando una actitud de sumisión cuando decidimos rendirnos para sobrevivir.
Con nervios debilitados, cansados o adormecidos es muy difícil que la sabiduría ancestral de nuestro cuerpo físico pueda responder con coherencia y exactitud ante las señales del entorno.
El nervio vago y su influencia en la conducta humana.
Además de los órganos, hay zonas del cuerpo físico que se ven especialmente afectada en estos tiempos, lo que provoca la queja permanente en las consultas de terapeutas de todos los tipos y en los centros de salud o medicina integrativa. La nuca y sus consecuentes migrañas, la tensión en el rostro, el cuello y la zona alta del tronco en torno a los hombros.
La presencia del nervio vago en todas esas áreas, particularmente la función que relaciona sus inervaciones en la cara y su participación en los gestos (en su mayor parte inconscientes) y su conexión con el corazón y su funcionamiento, hacen que las dificultades que se presentan en nuestras relaciones sociales acaben por desarmonizarlo.
En tiempos de relaciones a distancia, de mascarillas, de desconfianza del prójimo por el solo hecho de sentir que estamos expuestos y lejos del confort necesario para mantener los parámetros de calma en valores controlados, las máscaras habituales de nuestro rostro, los gestos, se deforman y descontrolan al máximo, la imagen que damos a los demás se vuelve muy extraña y la sensación de confort que una mirada amigable o una sonrisa nos dio desde el comienzo de la historia humana se ha vuelto algo confuso y poco habitual.
Como equilibrar el nervio vago.
En diferentes partes del mundo se han creado instituciones para tratar el estrés, como por ejemplo www.stress.org . Muchas de ellas cuentan con información científica sobre cómo nos afectan este tipo de recursos naturales de nuestro cuerpo. La mayoría de estos grupos de trabajo reconocen en Yoga a uno de los grandes recursos para equilibrar las funciones del sistema nervioso y, especialmente, la tonicidad del “vago”.
El Hatha Yoga, en todas sus variantes, es una gran herramienta para hacer que los órganos, los sistemas internos y la estructura musculoesquelética del cuerpo humano realicen trabajos de activación y liberación de tensiones que afectan el funcionamiento de los nervios. En los últimos tiempos se ha desarrollado y organizado la técnica de “Yoga Facial” tomando para ello ejercicios y técnicas ancestrales de movilidad, masaje y relajación de los músculos de la cara que influyen positivamente en la relajación y en las ramificaciones del nervio en cuestión.
La respiración Yoga completa, con exhalaciones más extensas que la inhalaciones suelen ser técnicas recomendadas en la mayoría de los casos. Y es que en el recorrido consciente de su realización, que va desde el abdomen hasta la parte alta del tórax, ida y vuelta, influiremos en un buen trayecto del “vago”, mientras que el ritmo cardiaco y la serenidad que podemos lograr en el rostro durante esta práctica nos posibilitarán liberar otra de sus partes.
Otras técnicas ampliamente difundidas para la armonización de esta gran red neuronal es la del Masaje, especialmente el realizado en hombros, pecho, pero sobre todo en cabeza, rostro y orejas.
La alimentación equilibrada, rica en alimentos integrales, frescos o no industrializados, que mantengan sana la microbiota (flora) intestinal, despejado el hígado y sin tensión en el ciego (unión de los intestinos) es un factor de liberación de una tensión que puede hacernos sentir un fastidio permanente creando un estado interno de inquietud del que es importante salir. Se le puede agregar a esto la ingesta de probióticoso la técnica del ayuno intermitente.
El contacto con el agua fría es parte de una técnica ancestral que la vida en la naturaleza nos ofrece de manera natural, como el bañarse cotidianamente en un arroyo o en el mar. Podemos imitar estas condiciones mojándonos la cara con agua helada o darnos una ducha rápida con agua fría tonificando de esta manera al “vago”.
La meditación, las afirmaciones positivas, bailar, cantar, movilizar el cuerpo o reír crearán en nosotros un clima de alegría y optimismo, lo que dará señales de confort y bienestar al cerebro y las diferentes partes del cuerpo que integran de esta red del bienestar.
Al final siempre se trata de reconocer el ambiente en el que vivimos, de liberarnos de las actividades, relaciones y situaciones desarmónicas y crear sensaciones y estados de serenidad y calma. Dice la ciencia que todo ello influye en el tono de este extenso nervio ramificado por el cuerpo, responsable de reaccionar ante los estímulos del entorno, pero también de nuestros pensamientos y emociones.
Conocer este proceso natural de nuestro organismo y tomar consciencia de la importancia de su fortalecimiento y equilibrio puede ser un dato fundamental para inspirarnos a realizar Yoga, Meditación, Respiración consciente o cualesquiera de las técnicas recomendadas, sin dilaciones y reforzando el conocimiento de que la salud está en nuestras manos y es ahora el momento de ocuparse de ella.
Fotos: PIXABAY
©Pablo Rego
Profesor de Yoga
Terapeuta
Diplomado en Ayurveda
Escritor