Sala de Yoga- Luz de Pueblo / Yoga sin Fronteras - 2017 - Iriarte, Argetina por Pablo Rego I
Es imposible separar Yoga de naturaleza. La práctica de esta milenaria disciplina al aire libre, con un entorno natural, el canto de las aves o el murmullo de las olas del mar, el aroma de las flores o de un bosque, algunos rayos de sol o una suave brisa podrían ideales. Pero, en el las ciudades o en épocas de temperaturas desfavorables deberemos crear un buen ambiente para la mejor práctica del Yoga.
Incluso en el medio urbano es posible practicar Yoga en un parque o en la playa y, de todas formas, siempre estaremos expuestos a las condiciones climáticas, al ruido urbano o de las obras, lo que no es malo en sí, pero resulta complicado al momento de organizar una rutina en un día y hora determinados, en medio de otras actividades como el trabajo, el estudio, la familia, etc.
De existir la oportunidad de disfrutar de un entorno natural es importante aprovechar y practicar allí. De lo contrario, cualquier ambiente resulta ideal para nuestro sadhana, sobre todo si no tenemos opciones. Nunca debe alejarnos del Yoga la imposibilidad de crear un espacio ideal, pero, si conseguimos crear una rutina de práctica u organizar sesiones o clases es muy recomendable dedicar tiempo, amor y energía al ámbito en el que vamos a practicar.
En Occidente hemos adoptado el Yoga y lo practicamos habitual y regularmente como una actividad más. Y aunque no sea una disciplina más, de entre todas las que hay disponibles para realizar, sus formas fueron adaptándose a los tiempos modernos, segmentándose su práctica de manera tal que estuviese disponible para todos aquellos que quisieran practicarlo.
En este contexto los lugares en los que se practica Yoga se fueron instalando en medio de los centros urbanos y, desde la fundación de los primeros centros o ashram, la ambientación no es un tema menor, ya que crea el marco en el cual se puede desarrollar mejor la práctica.
El flujo de la energía o Prana
Práctica de Yoga al aire libre - J. B. Alberdi - Argentina
El Prana nos rodea, nos atraviesa y fluye. Los elementos presentes en un ambiente hacen que el comportamiento del Prana se modifique y nos afecte. Una fuente de energía como un motor eléctrico o un reflector de luz muy potente, elementos apilados o arrumbados en un rincón, luminarias colgantes a baja altura o muebles en medio de la sala, harán que el Prana se mueva de manera caótica, creando inquietud y distracciones en un nivel inconsciente.
Es importante tener en cuenta que en cualquier lugar destinado para dar yoga, más allá de las dimensiones que tenga, la energía debe ser limpia y clara, debe fluir sin ser interrumpida. Elementos como sillas y mesas, u otro tipo de muebles altos deben estar apartados al igual que luminarias o adornos colgantes que puedan distraernos de los movimientos naturales. Cuanto más diáfana la sala mejor.
El cuidado de los sentidos
El oído
Si bien en Yoga se practica la concentración, el lugar en el que practiquemos o armemos nuestra sala debe estar relativamente aislado o separado de grandes fuentes de ruido. Es muy difícil conseguir esto en los centros urbanos actuales, pero es algo importante a tener en cuenta ya que, sobre todo para el principiante, hay ciertos momentos de la práctica en que las estridencias sonoras pueden sobresaltarnos.
Como complemento del ambiente sonoro se han ido desarrollando estilos musicales, grabaciones de sonidos naturales, música creada acorde con lo que intentamos que sea un entorno favorable para desarrollar la concentración y la introspección. Kirtans o el canto natural del instructor o profesor de Yoga resultan ideales, al igual que la destreza en la ejecución de instrumentos sonoros que ayuden a crear una atmósfera sonora agradable.
El olfato
Como en todo ambiente en el que se comparte la práctica la presencia de los aromas crearán una conexión con determinadas sensaciones. Si bien la práctica nos conducirá a trascender los sentidos, éstos influirán fuertemente hasta tanto sepamos cómo eludir su poder.
Un buen ejemplo es el olor a comida. Es muy difícil que un grupo de practicantes se mantenga concentrado en la práctica si durante la misma invade la sala el aroma de la preparación de un plato de comida. Tanto peor se pondrá la cosa si reconocemos lo que olemos como algo apetecible y peor aún si estamos cerca de la hora de comer.
También ocurre, más de lo que podría creerse, que la falta de higiene de algunas personas influye en la concentración de las otras. No todo el mundo tiene por importantes ciertas pautas mínimas de higiene o, en las ciudades se da el caso, en ocasiones, de quien llega a clase de Yoga luego del trajín del trabajo cotidiano, algo desalineado o superado por el olor corporal.
Por ello y para crear ciertas conexiones sutiles, se utilizan los aromas como el incienso, sahumerios o aceites aromáticos naturales con diferentes fragancias que pueden conectarnos rápidamente con una sensación agradable que nos invite a sumergirnos en la práctica. Tal como lo explica la ciencia de la aromaterapia, además de crear un buen ambiente, con la elección de los aromas podremos evocar ciertas emociones o dimensiones energéticas en los presentes.
El tacto
Tanto el suelo como la temperatura ambiente harán de nuestro lugar de práctica de Yoga algo más o menos agradable. A veces estamos condicionados por las circunstancias y debemos adaptarnos, pero nunca deberemos pasar por alto dos o tres elementos como evitar el frío extremo que, aunque para algunos puede ser tan malo como el calor, el exceso de frío hace imposible que un practicante pueda concentrarse debidamente.
Existen rutinas de Yoga para altas y bajas temperaturas. Siempre es un buen recurso adaptar la práctica a las condiciones del día para contrarrestar la temperatura ambiente. Pero, al momento de la relajación, por ejemplo, es muy difícil quedarse completamente quietos y facilitar el flujo de la energía tiritando de frío.
Es por ello que se usan alfombras y colchonetas aislantes para el suelo. Resulta de mucho provecho, en salas de práctica permanente, forrar todo el piso con material aislante como goma o alfombra. De la misma manera, si se puede elegir, siempre es mejor un suelo de madera o un material neutro que el mosaico o el granito.
Y aunque los puristas del Yoga prefieran lo natural, la moderación de elementos como la temperatura ambiente, ayuda a que aquellos quienes comienzan a practicar no huyan por el frío de nuestra sala de práctica.
Es importante aclarar que de haber climatización artificial, ésta debe contemplar siempre la correcta oxigenación del ambiente, ya que la respiración es fundamental para la correcta y completa práctica de Yoga.
La vista
Lo visual es algo extremadamente condicionante en nuestra sociedad actual. Todo lo que vemos nos altera o modifica, nos recuerda algo o nos invita a ver más. Por ello el ambiente diáfano, sin demasiadas imágenes, con colores suaves colabora para que las distracciones visuales sean las menores posibles.
En este caso, como en el mundo de los aromas, la ciencia de la cromoterapia estudia la influencia de los colores en nuestros estados de ánimo y en el equilibrio o desequilibrio de la energía. Por ello podemos concluir que no todos los colores son iguales, que si queremos un ambiente alegre o sereno debemos buscar la primacía de determinados colores y tonos en las paredes, como claros y luminosos, y que es mejor no utilizar colores y tonos oscuros o estridentes.
Las imágenes presentes deben ser evocaciones sencillas, que nos ayuden a conecta con lo que estamos buscando en la práctica de Yoga. Elementos ajenos a la cultura del mundo Yoga nos sacará de ese ambiente y nos transportará a aquel lugar evocado por lo que vemos.
Cuando elegimos un lugar para la práctica de Yoga es importante que tengamos en cuenta el entorno y tomarse un tiempo para percibir y agregar o quitar elementos. El ambiente en la sala de Yoga puede influirnos en muchos aspectos, conduciéndonos a un estado de conexión con el mundo interior o todo lo contrario.
Mantener limpio y agradable el ambiente de la práctica de Yoga es parte de la rutina de quien está encargado de guiar las sesiones. La incorporación cuidadosa de elementos como música o aromas durante la sesión puede ser un arte que ayude de manera importante a encontrar los mejores estados posibles a cada uno de los practicantes.
Es más posible alcanzar un estado de bienestar y trascendencia de los sentidos en un lugar agradable que nos genere confianza y buena predisposición para el desarrollo del camino de crecimiento espiritual.
©Pablo Rego
Profesor de Yoga
Masajista-Terapeuta holístico
Diplomado en Medicina Ayurveda de India
http://yogasinfronteras.blogspot.com