Para combatir esta enfermedad es necesario tener un equipo multidisciplinario, un psicólogo, un nutricionista y dependiendo el caso, algún especialista que estudie los órganos que pueden ser afectados debido a la mala alimentación.
La familia por lo general que debe ser apoyo incondicional se ve afectada grandemente en sus relaciones porque comienza a surgir sentimiento de impotencia, de culpa, etc. que van dañando las relaciones entre los padres, hermanos, amigos, todos los que desean ver bien a este ser querido que se le dificulta entender el daño que se está haciendo y comprenda que necesita ayuda.
Los padres y las madres debemos estar atentos a cualquier señal: si su hijo o hija empiezan a comer solos, a bajar de peso sin razón alguna, si buscan excusas para no comer en familia, si se muestran hostiles y no les gusta que se les de afecto, se vuelven demasiado críticos de las actitudes de los padres y buscan pretextos para no estar en casa u otros cambios bruscos de actitud. Además bajan su nivel académico o se vuelven demasiado perfeccionsitas y competitivos/as, a contar calorías y comentar que les queda la ropa que habían dejado en etapas anteriores con mucho orgullo, CUIDADO, estén alerta porque estos problemas alimenticios MATAN, deterioran el cuerpo poco a poco.
Se recomienda buscar ayuda profesional de la forma más rápida posible y apoyar a los jóvenes, que a pesar de que nos rechacen o incluso puedan considerarnos sus enemigos, sin embargo, vale la pena ayudar a una persona que se encuentre en estas condiciones. Y claro buscar ayuda profesional para nosotros los padres también porque es un acompañamiento muy agotador a nivel emocional.