Cuando hablamos de relaciones sociales nos referimos a la capacidad o talento de los individuos para comportarse o relacionarse con los demás con resultados favorables.
La asertividad es una de estas habilidades. En concreto, aquella que reúne las conductas y pensamientos que permiten defender los derechos de cada individuo sin imponer opiniones o criterios, pero, tampoco, sin ser sometidos.
Entre la pasividad y agresividad
Susana Zazo Díaz, psicóloga y psicoterapeuta, explica que “la asertividad se encuentra en el tercer vértice de un triángulo en el que los otros dos son la pasividad y la agresividad”. La actitud pasiva evita decir o pedir lo que nos gusta o queremos. Por esta razón, “la pasividad implica la violación de los propios derechos al no ser capaz de expresarlos honestamente o hacerlo de manera auto-derrotista, pidiendo disculpas y sin defenderlos”, aclara Zazo. El objetivo de esta actitud es apaciguar a los demás, y evitar cualquier conflicto.
Por el contrario, una actitud agresiva expresa y defiende los derechos de forma violenta, deshonesta e inapropiada e implica el no reconocimiento o la violación de los derechos de otras personas. El objetivo de la agresividad es la dominación y la victoria, forzando al otro a perder.
Desarrollo a lo largo de la vida
Las habilidades sociales se aprenden y se desarrollan con la práctica. Algunos autores consideran que la disposición innata del niño (más espontáneo o inhibido) afecta en la adquisición y el desarrollo de las habilidades sociales, de tal forma que los niños que hayan nacido con una tendencia a comportarse de manera más expresiva tendrán más oportunidades para aprender y practicar conductas sociales.
Esto no significa que la asertividad sea algo innato e inmutable: uno siempre puede aprender a comportarse de manera asertiva e ir mejorando este estilo conforme vaya poniendo en práctica las conductas aprendidas.
Alcanza una comunicación asertiva
Susana Zazo indica que “para alcanzar una comunicación asertiva es necesario cuidar tanto la comunicación verbal como la no verbal”. A nivel verbal, el mensaje se dice sin dominar, ni humillar o degradar al otro, expresado en primera persona y con respuestas directas a la situación".
La persona debe aprender a rechazar peticiones, expresar opiniones,
sentimientos positivos y críticas de manera constructiva, admitir defectos personales, aceptar cumplidos, pedir cambios de conducta a otros e iniciar, mantener y finalizar una conversación.
Por otro lado, el lenguaje no verbal también es muy importante y debe estar en armonía con lo expresado. Hay que tener en cuenta la mirada, expresión facial, la postura, entonación y volumen: mantener un contacto ocular directo; nivel de voz conversacional; habla fluida; gesto firme; postura erecta y manos sueltas.
Primeros pasos asertivos
Para comenzar a adquirir una conducta asertiva hay que tener en cuenta algunos aspectos. "En primer lugar, hay que tener presente que todos tenemos los mismos derechos. Es importante recordar que lo que se dice y la forma en que se hace tiene consecuencias, tanto para uno mismo como para los demás" recomienda Susana Zazo.
También es imprescindible aprender a observar la diferencia entre el comportamiento social pasivo, agresivo y asertivo. Mediante un comportamiento asertivo se puede o no conseguir los objetivos fijados, pero, generalmente, el resultado será una sensación de binestar por haber sido capaz de expresar nuestros sentimientos.
Una conducta asertiva aportan una gran estabilidad psicológica. El individuo asertivo está satisfecho de su vida social y tiene mayor respeto y confianza en sí mismo. Además, crea y fabrica la mayoría de las oportunidades y resuelve los problemas con mayor frecuencia, sintiéndose a gusto consigo mismo y con los demás.
Agradecimientos a Susana Zazo Díaz, psicóloga y psicoterapeuta