Me he pasado la mayor parte de mi vida haciendo cosas que no deseaba realmente, persiguiendo sueños que no eran míos, sino impuestos por otros, pero sobre todo por mí misma, creyendo que era aquello que de verdad deseaba.
Cuando estudié mi carrera, podía haber elegido algo que de verdad me gustara, pero oyendo las opiniones de los que "más sabían" (ahora recuerdo que una de las personas que más influyó en mi decisión fue la hermana de una amiga mía del instituto que trabajaba de educadora infantil, eso sí, 10 años mayor que nosotras, que me dijo: "en publicidad no hay paro, en psicología es mucho más difícil"), decidí estudiar Publicidad y Relaciones Públicas. Puede que en Publicidad no hubiera paro hace 10 años, pero personalmente la única vez que trabajé de "lo mío" no llegué a cobrar más que 500 euros mensuales brutos. ¿Adivináis por qué? Porque mi profesión no era mi pasión precisamente.
No, no busco culpables. De hecho si alguien se ha equivocado he sido yo, pero tampoco tenía la culpa: nos guiamos por opiniones de otros, expertos y no tan expertos. Muchas veces tratamos de agradar, caer bien, encajar… Cuando me planteé dedicarme al Coaching alguien con cierta experiencia en el sector me dijo: "no puedes vivir exclusivamente de ello, eso sí, combinarlo con un trabajo más estable es una opción". ¿Opción para mí o para esa persona? Me dejó pensando. Llegué a plantearme las cosas, pero finalmente me dije: "¿Y si voy a ser mejor que la gran mayoría en esto del Coaching? ¿Acaso no hay nadie trabajando exclusivamente de eso?"
Sí, nosotros nos ponemos límites muchas veces, pero también nos dejamos llevar por otros. Y a veces hasta tu sueño por el que más luchas, el que más obstáculos te brinda, es en realidad el sueño del otro: tu familia, tu pareja… o peor aun, del "status quo".
¿Te matas trabajando por pagar la hipoteca? ¿Quién ha querido comprar la casa? ¿Tu madre, tu pareja, tus compañeros de trabajo o fue una decisión que realmente te salió muy de dentro? ¿La profesión que has elegido es la que va con tu forma de ser, con tus inquietudes más grandes? ¿O tratas de impresionar a alguien o simplemente ganar dinero? ¿Y para qué quieres ese dinero? ¿Para pagar la hipoteca?
Son casos hipotéticos, por supuesto, pero muchísimas veces nos vemos envueltos en sueños de otros y son ellos en el fondo los que invisiblemente deciden por nosotros. Bien porque no nos atrevemos a tener nuestros propios sueños, bien porque queremos agradar a otros a toda cosa. ¿Pero nos hace esto felices? ¿Qué te hace falta a ti? Como dice un compañero del curso: y si el dinero no fuera un problema, ¿qué harías? Y si no tuvieras que agradar a tus padres, pareja, compañeros, amigos, jefe… ¿seguirías haciendo lo mismo? ¿Dónde quedas tú, tu yo verdadero?
Yo también me he dado cuenta de que he estado persiguiendo sueños que no eran míos. Y tampoco se trata de ser egoísta: todo se habla y se llega a un acuerdo, no vivimos solos en este mundo y está el sentido común. Pero si el perseguir ese sueño se te hace cuesta arriba… y no es tu sueño, ¿no será tal vez que sea el momento de replantearte las cosas?
¿Te ha pasado alguna vez a ti? ¿Te has dado cuenta de que ese sueño que tanto perseguías no era en realidad lo que deseabas? ¿Cómo te has dado cuenta? ¿Me lo cuentas en los comentarios más abajo? Y si crees que le interesaría a alguien que conoces, ¿lo compartes a través de los botones de redes sociales que aparecen a continuación?
La entrada Cuando perseguimos sueños equivocados aparece primero en Creando Felicidad.