Cuando los deseos no se cumplen, casi siempre existe un segundo deseo que es más fuerte que el primero. Ese segundo deseo, con seguridad trabaja entonces contra el primero. Y por cierto en forma más permanente y con una convicción esencialmente mayor.
¿Qué ocurre entonces la mayoría de las veces que deseamos algo?
Si uno observa con más exactitud su procedimiento para desear, se da cuenta que se dedica a su deseo tal vez diez minutos al día. Uno lo refuerza, tal vez también se lo imagina, lo visualiza y pasa entonces nuevamente a la vida cotidiana.
Pero las 23 horas y 50 minutos restantes uno cree que eso de todos
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