Son cada vez más los casos de parejas que acuden a las consultas de psicología por encontrarse en un momento complicado de su relación, tras el descubrimiento de una infidelidad.
Con frecuencia hacen presencia en la clínica ambos miembros de la pareja, pues uno de ellos ha confesado al otro lo sucedido y buscan ayuda para poder reconstruir la relación. Menos frecuente es que acuda solo la persona infiel, aunque existen casos, porque la necesidad de ayuda suele demandarse una vez descubierta la infidelidad.
No siempre el infiel confiesa la infidelidad, porque en ocasiones es su pareja quien la descubre. Sea cual fuere la forma en que ésta haya salido a la luz, es bastante frecuente que ambas partes muestren sentimientos de inestabilidad, malestar, rabia, culpa, enfado y desconcierto, entre otros.
El compromiso y/ o los pactos existentes sobre la intimidad o la fidelidad entre ambos se ha roto y es ahora cuando el engaño rompe todos los pilares sobre los que esta relación se basaba, generándose una gran decepción no solo en el ser dañado, también en el causante, entre otras razones, por la falta de explicaciones ante lo ocurrido.
Por norma general, la persona afectada necesita explicaciones ante lo sucedido, pero no siempre se pueden dar o estas son insuficientes. Es lógico que el sujeto tenga muchas dificultades para superar el dolor, pues deberá aceptar que no va a existir, en la gran mayoría de los casos, una causa que justifique lo sucedido o también porque piensa en la opción de que su pareja, antes de cometer estos actos, podría haber planteado su posible insatisfacción en la relación, que podría haber evitado este hecho.
Espacio individual para cada uno
Por los hechos mencionados en líneas anteriores, es bastante frecuente que tengamos que dar un espacio individual en la terapia a cada uno, pues el trabajo a desarrollar por cada miembro de la pareja para su recuperación es distinto. Es importante tener en cuenta durante la evaluación qué significa esta infidelidad para cada uno de sus miembros, y a partir de ahí valorar el trabajo a realizar, pues la terapia a emplear dependerá de este significado.
La persona dañada trabajará para recuperar la confianza perdida, y para ello se hace necesario superar la rabia, el dolor, la culpa, la decepción, entre otros sentimientos. Por otro lado, el infiel deberá trabajar con la finalidad de descubrir por qué usó este recurso para afrontar las dificultades a las que se veía expuesto en su relación y dotarle de nuevas habilidades para superar las dificultades existentes en la misma.
A su vez, el miembro dañado suele ver mermada su autoestima y/o seguridad; también manifiesta dificultades a la hora de reconocer sus sentimientos hacia el ser querido, hecho que va a generar problemas añadidos a su recuperación.
Superar la infidelidad: dos objetivos primordiales
Para la superación de una infidelidad existen dos objetivos primordiales: La aceptación de lo sucedido, que no el olvido, y la recuperación de la confianza. Deberán darse conjuntamente pues si no, será realmente complicado alcanzar la normalidad en la relación. Aceptar lo sucedido, ser capaz de tolerar la incertidumbre de que pudiera volver a ocurrir, así como manejar los pensamientos negativos que le invaden, será solo el inicio de la reconstrucción de sí mismo/a. A su vez, el infiel deberá ser capaz de pedir perdón y modificar conductas que demuestren poco a poco a su pareja el nuevo camino en el que se encuentran.
Las relaciones son muy complejas, el paso del tiempo y el posible deterioro de la relación por diferentes causas, hace que puedan surgir situaciones de este tipo que en casos de estabilidad de la misma no se darían. Si la pareja no es capaz de reconocer los posibles déficits o el propio desgaste de la relación, y la insatisfacción de alguno de ellos se da, se puede comenzar a buscar o a aprovechar ocasiones que en otros casos pasarían inadvertidas.