En un artículo anterior hablé sobre quien se aprovecha de la moda guay de los huertos, y dije que enlazaría otro artículo de un tema que considero está relacionado, ya que es otra moda guay de la que se aprovechan los 4 espabilados de turno.
La gente piensa que “Comer ecológico es de guays ” y que demuestra un cierto nivel adquisitivo porque los productos ecológicos del super son más caros.
Yo digo que “Comer sano es una suerte que muchos no aprecian”.
En estos años andando entre huertos, hablando con la gente, conociendo gente, y escuchando a la gente, hace mucho tiempo que me di cuenta del grave error que nos inculca esta sociedad y esta cultura, de confundir lo natural con lo ecológico.
Natural lo deberíamos entender como algo que hacemos crecer con unas condiciones muy parecidas a las que crecería en ausencia de nosotros.
Esto implicaría que no sulfateamos , que la planta crece sin que nosotros le hagamos nada especial. La regaríamos y le quitaríamos las malas hierbas, cosa que en nuestra ausencia se regaría con la lluvia, y competiría con las malas hierbas por los nutrientes de la tierra. Muchas veces, las malas hierbas significa que el suelo está vivo de microorganismos y que el ser humano interfiere poco en la naturaleza.
Si la planta crece de manera natural el ser humano interfiere poco en su crecimiento, con lo que la planta no ve apenas modificadas sus propiedades.
Ecológico significa que no explotamos la tierra para sacar más rendimiento. Si en un determinado espacio caben 8 lechugas sembradas para que crezcan bien y tengan nutrientes suficientes, no sembraremos 15 sembrándolas más juntas, para sacar más rendimiento a la tierra y tener más beneficio.
Por ese motivo los productos ecológicos son más caros. Del mismo espacio de tierra, tienen que sacar la misma ganancia que si sembrarán el doble de cantidad de plantas.
Ecológico no significa no sulfatar, significa no explotar la tierra. Se puede sulfatar con los productos y medidas y cantidades que marca el comité europeo de agricultura ecológica. ( O la agencia que le corresponda marcarlo, europea, nacional, autonómica…., además de pagar para que te reconozcan tu tierra como ecológica).
Pero queda muy chupi decir que “yo como ecológico” o “yo compro ecológico”. Por una parte deberíamos aprender a hablar bien y diferenciar de las dos cosas.
¿Yo? Cultivo ecológico y natural. Siembro 8 lechugas en vez de 15, y quito el pulgón con sulfato de ajo, o sulfato con cobre y/o azufre en las medidas que marcan las administraciones.
Luego este debate tiene otro lado:
Estamos acostumbrado a comer tomates que no sepan a nada, a que la lechuga sea un relleno del estomago igual que la miga de pan, y a comer naranjas que su pulpa solo sabe a cáscara.
Tanta modernidad nos ha echo perder el norte y el sentido del tiempo.
Vamos al supermercado y podemos comprar tomates todo el año. No nos damos cuenta que en esta tierra en diciembre no es época de tomates. Pero como somos como somos eso nos da igual, si nos apetecen tomates compramos tomates, traídos de donde haya echo falta, da igual que los hayan tenido que cosechar verdes porque van a recorrer miles de kilómetros hasta el supermercado, eso es la evolución de la humanidad, poder comer de todo en cualquier época del año.
Pero eso nos da igual, lo sabemos pero no lo queremos pensar, luego nos quejamos de que los tomates del súper que compramos en diciembre no saben a nada, que fíjese usted que si son plástico.
Si comemos un producto (verdura, hortaliza, fruta…) fuera de su época, tenemos que pensar que es por dos cosas:
– Si ha crecido en un radio de distancia cercana, habrán tenido que proporcionarle una serie de condiciones artificiales para su crecimiento. O habrán tenido que usar cierto tipo de semillas modificadas genéticamente para que aguante las condiciones adversas a su época de crecimiento.
– Si NO ha crecido en un radio de distancia cercana, ese producto habrá viajado miles de kilómetros hasta llegar a su destino final, lo que ello conlleva cambios de temperatura, presión o condiciones de humedad, que por mucho que se cuide son inevitables.
Además, deberíamos pensar que si ese producto cuando llega a nuestra mesa está empezando a madurar, y ha viajado miles de kilómetros, ha tenido que ser cosechado cuando todavía no estaba maduro para cosechar, ojo, no digo maduro para consumir, digo maduro para cosechar, maduro de que el fruto ha terminado su crecimiento de forma satisfactoria. Un tomate, una fruta, para una persona puede estar listo para consumir y para otra estar demasiado maduro, o al revés. Por eso enfatizo en decir que este maduro para cosechar.
En cualquiera de las dos opciones el fruto ha crecido de manera artificial, y eso se nota., en su sabor, en su textura, en su forma.Todo tiene su tiempo. Para que el crecimiento se complete correctamente, y el fruto tenga las propiedades apropiadas debe crecer de una manera determinada. Disponer de X horas de luz, que la temperatura ambiente este entre cierto intervalo, que la planta tenga riegos regulares y no pase sed ni excesiva humedad…. Podría hablar de este tema de manera más científica, dando explicaciones imposibles de entender con palabras super refinadas, pero creo que con lo que he dicho se entiende a lo que me refiero.
Podemos seguir también con los huevos de gallinas camperas. Gallinas camperas son las del abuelete que las tiene en el corral de casa o del huerto, les compra triguillo, les siembra acelgas para darles de comer a las gallinas, y les lleva los restos de pan y verdura de casa. Esos son huevos de verdad. Que tiene unas pocas gallinas, las tiene cuidadas a cuerpo de rey, con un gallo que les da candela de vez en cuando para que estén felices, y no las explota. Si un día no dan huevo, no pasa nada, mañana será otro día.
Tras todo esta parrafada, la conclusión es “Comer sano es una suerte que muchos no aprecian”
Cuando tienen la oportunidad de comer sano de verdad, no se molestan en aprovecharla. No sano de ese tipo de sano que viene embalaje de marca famosa en el supermercado, no. Sano de verdad, sano del huerto del abuelete del pueblo vecino de tu abuela, ese que te da calabacines cada vez que te ve por el pueblo, y que tú piensas “Otra vez puré para comer “. Luego llegas a la cuidad, a la rutina, compras un calabacín para hacer puré de ciento al viento en el super, y no sabe a nada, por no saber no sabe ni a patata. Pero como lo comes de ciento al viento, ni te acuerdas ni valoras el calabacín del abuelete del pueblo.
No hace falta ser un abuelete para tener tu huerto y compartir tus cosechas. Cuando la cosa va mal, va mal y no se puede hacer nada. Pero cuando la cosecha ha ido bien, te alegras, te hace feliz, y quieres compartirlo con los demás. Compartir la suerte de comer sano, cultivado de manera natural. Y es ahí donde ves el sin sentido de la sociedad de ahora. Compartes tus tomates, tus huevos, tus acelgas, y tienes que escuchar de todo, que fíjate tú que podías pensar un poco y no darme las acelgas tan grandes que en mi casa solo vive una persona, o no me des más judías verdes que tengo el congelador lleno de helados y no me cabe nada más ( es preferible comer helado fabricado en cadena con decenas de aditivos E-… de una marca cara, que no congelar judías auténticas para unos cuantos platos).
Cada persona da lo que tiene y lo que puede. Dar de tus cosechas es dar un pedacito de ti, de tu vida y de tu corazón, porque les estás dando salud, y no lo valoran.
Decirle a un amigo :” Esta tarde estaré en el huerto. Pásate y te llevas los tomates que quieras ” y tener que escuchar ” Esta tarde no puedo, que he quedado con Fulanito a tomar unas cervezas que hace un par de semanas que no nos vemos” .
Por eso hay gente que prefiere quejarse en el bar de que los tomates saben a plástico, pero es incapaz de aprovechar la oportunidad que le ofrece un amigo de comer sano. Les ofende tener que hacer ellos un pequeño esfuerzo, siendo que el mayor esfuerzo lo has echo tu sembrando y cuidando las plantas para que crezcan.
Quien conoce un huertero tiene un tesoro. Un huertero es puro amor y felicidad con sus siembras y compartiendo sus cosechas. Así que si un huertero comparte contigo sus logros para él es como si fueran tesoros , respétalo.