Da igual que tengas un triple negativo, que seas portadora de un BRCA1, que el diagnóstico sea preocupante, que la oncóloga tenga cara de circunstancias en cada consulta…a tí te aterroriza perder tu melena con mechas en tres tonos.
Tras el pelo ocultamos una frente enorme, unas orejas de soplillo, una edad avanzada, mil complejos que salen volando tras un golpe de melena al viento. Y sin él salen a la luz nuestros fantasmas más temidos. Miras al espejo a una “señora” llena de ojeras, con los ojos hinchados, la piel seca y llena de arrugas nuevas, manchas que jamás antes habían ensuciado tu radiante cutis, y, para colmo, calva cual bola de billar. Difícil, muy muy difícil.
El impacto psicológico puede influir tanto que incluso tus defensas bajen y tu ciclo haga peor efecto o te provoque más efectos secundarios. Así de absurdo pero así de real. Cruelmente real.
Curiosamente, llevo dos días buscando y no he encontrado fotos mías sin pelo. Imagino que en estos 9 años las cosas habrían cambiado y ahora tendría incluso una cuenta en Instagram de mi bola llena de lunares, pero la realidad es que no fuí amiga de las fotos en esa época. De lo que sí hay una gran colección es de las locuras que he hecho después.
Si de algo te das cuenta cuando terminas con la quimio y tu pelusilla empieza a salir es, efectivamente, eso mismo: vuelve a salir! En ese momento empiezas a experimentar colores, cortes, incluso ni te enfadas cuando el peluquero se ha pasado con las puntas y te ha cortado casi las raíces. A tu cabeza viene rápidamente tu mantra capilar: NO PASA NADA, EL PELO CRECE
Se que ahora no me quieres entender y estás viviendo un drama, pero, si me aceptas un consejo, visualiza tu melenón dentro de un año y sueña. Millones de ex-calvas seguro que están, como yo, asintiendo mientras leemos.
Os leo!