De acuerdo a la famosa cita de Pablo Picasso, que nos decía que no creía en las musas, pero que si llegaban, que le pillasen trabajando, dejar al azar nuestra preparación psicológica entraña el riesgo de afrontar una competición con un excelente estado físico, pero sin garantías de saber aprovecharlo o desperdiciarlo, por una mala gestión del estado psicológico. Y es que, de la misma manera que en los artistas, hallar el estado psicofísico en que ejecución y rendimiento confluyan de tal manera que el correr nos resulte una tarea sencilla, que nos suponga un esfuerzo mínimo y que incluso nos conduzca a un estado placentero de bienestar y diversión, requiere una preparación previa que poco tiene que ver con el azar o la inspiración.
Seguramente, la mayoría de nosotras somos capaces de recordar e identificar un entrenamiento, o una competición, en la que sin saber bien el por qué, tuvimos no únicamente un muy bien rendimiento, sino que vino acompañado de una sensación de dominio total de la carrera, y de una sensación de fluidez a pesar de la intensidad que estábamos manteniendo. Este estado es el que se conoce como estado de flow. El concepto de flow fue definido por Mihaly Csikszentmihalyi, quien llevó a cabo diferentes estudios en los que observó a practicantes de diferentes actividades (como escaladores, bailarines, músicos o deportistas amateurs) que eran capaces de realizar actividades con gran intensidad, pero sin esperar una recompensa externa a cambio. A partir de ahí, y en trabajos posteriores aplicados al deporte, Jackson y Csikszentmihalyi (1999), destacaron que para alcanzar este estado de flow, la tarea debe incluir los siguientes elementos:
Equilibrio entre las habilidades que una posee y el reto al que se enfrenta.
Concentración completa en la actividad.
Objetivos claros.
Correspondencia entre la actividad y el estado de consciencia.
Absorción total en la tarea.
Pérdida de la autoconsciencia.
Sentido de control de la actividad.
No esperar recompensas extrínsecas a la actividad.
Transformación del tiempo.
Movimiento sin esfuerzo.
Algunas de las claves, pues, para alcanzar este estado de fluidez mientras corremos se centran en la importancia de ajustar bien la intensidad de la tarea, o el objetivo (ver artículo) que nos marcamos a las habilidades o al estado en el que nos encontramos, para que nuestro nivel de motivación sea adecuado. Asimismo, es importante partir de un estado de activación óptimo, que nos permita centrarnos en los elementos relevantes de la propia actividad a la que vamos a hacer frente. Evidentemente, tampoco cabe olvidar, que un elemento clave radica en poseer una buena preparación física, saber que hemos entrenado duro, ya que en muchas ocasiones, es un elemento clave que nos otorga seguridad a la hora de correr. Difícilmente esperaremos obtener nuestro mejor resultado tras una época en la que no hemos entrenado bien. Sin embargo, si operativizamos correctamente nuestros objetivos, trabajamos para aprender a regular nuestro nivel de activación, y trabajamos nuestro foco de atención, es probable que seamos capaces de sacar mucho más partido a nuestra condición física, y estemos más cerca de rendir a nuestro máximo, y que además disfrutemos del proceso.
Por Eva Parrado – Experta en psicología del deporte para EDC