Pescados blancos son la dorada, el gallo, el lenguado, la merluza, la pescadilla, el rape, el pez raya, el rodaballo… La manera más sencilla de diferenciarlos de los azules es fijarse en la cola; los azules la tienen en forma de flecha, mientras que los blancos no. Pero hay muchas más cosas que los diferencian, como la grasa y sus propiedades.
Beneficios de los pescados blancos
Este tipo de pescados son muy ricos en vitaminas, sobre todo en vitaminas del grupo B. Además, tienen un alto contenido en minerales, como fósforo, calcio, hierro, yodo y cobre. Uno de sus principales beneficios es que son ricos en proteínas de buena calidad, las cuales son indispensables para el buen funcionamiento del organismo. Además, tienen un contenido calórico muy bajo; sólo 120 kilocalorías cada 100 gramos aproximadamente, en función del modo en el que se preparen.
El porcentaje de proteína de estos pescados oscila entre el 17 y el 20% aproximadamente. Estamos hablando de proteínas estructurales que participan en los procesos de contracción muscular (actina y miosina).
Si los pescados blancos se cocinan al vapor, al horno o asados, son un aliado fantástico para controlar los niveles de colesterol y prevenir enfermedades del corazón. Algo necesario en distintas edades, especialmente en la adulta.
Características de los pescados blancos
Una de sus características más notorias es que tienen un sabor y un olor muy suave. Su mayor virtud, sin lugar a dudas, es que son muy fáciles de digerir; así que es un alimento ideal para tomar en cualquier momento del día, sobre todo por la noche.
Además, tales tipos de pescados son muy fáciles de congelar. Una vez se capturan en el mar, si se congelan correctamente, llegan a la mesa con las propiedades nutritivas prácticamente intactas.