Nika Vazquez, una de las pioneras en el apoyo psicológico on-line de la Fundación Eduardo Punset, decía en una entrevista que ?los medios nos transmiten la obligación de sentir y pensar en positivo, de creer que todo irá bien y que seremos felices. Nos animan a bloquear y eliminar las emociones desagradables y a centrarnos en lo positivo de la vida. Pero al intentar hacer eso, dejamos de ser nosotros mismos, lo que paradójicamente nos puede hacer más infelices?. Sólo estando de acuerdo con ella en una parte de sus palabras (los medios han encontrado la ?mina de la felicidad? como un bien más que vender en un mundo mercantilista), no estoy de acuerdo en la idea de que no se puede ser completamente feliz, pues se puede aprender a ser feliz sin parecer un irresponsable.
Al fin y al cabo, aprender a ser feliz no es sentir o idear que ya los problemas ni existen ni te afectan, o dibujar una sonrisa eterna en el rostro; sino que más bien, desde el punto de vista de la práctica de mindfulness, el conseguir que la mente baje el ritmo de su marea de pensamientos no aferrándonos a ellos de manera radical, hace que ?nos demos cuenta? de la realidad en la que habitamos y nos situemos de forma responsable en el aquí y en el ahora.
Ese viaje hacia el instante presente, que no está exento de baches y altibajos, no nos hace ser unos irresponsables, sino que más bien al contrario, nos sitúa ante una nueva perspectiva de lo que es y ha de ser nuestra propia vida.
Aprender a ser feliz, desde este punto de vista, significa aceptar lo que en cada momento vivimos y nos pasa, sin resignación, pero cambiando el sentido de nuestro enjuiciamiento, porque es él el que nos hace vivir en un continuo vaivén emocional.
Este sentido de felicidad, es ?darse cuenta? de nuestras emociones abandonando el piloto automático que llevamos siempre encendido y adquirir un nuevo mapa sentimental con el que situarnos como observadores de una realidad, consiguiendo así un cierto control de nuestras emociones, poniéndolas al servicio de nuestra felicidad.
El dolor es consustancial a la vida y quien lo niegue es un o una irresponsable, pero el sufrimiento es sólo opcional. Esto, que puede parecer tan extraño, es la base para ese nuevo sentido de felicidad humana que nos regala la práctica de mindfulness.
Discurrir vitalmente por el río de la vida con la sencillez de fluir en el tiempo dándote cuenta de, en cada momento, lo que acontece, o bracear arrastrado por la corriente, sin poder detenerte ni un momento para respirar y sentir el camino, es la diferencia entre aprender a ser feliz sin parecer un irresponsable o desplegar la irresponsabilidad de creer que nunca sentirás dolor y que todo es una balsa de aceite.
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