He tenido la enorme suerte de criarme en un hogar lleno de amor. Mis padres han sido naturales, no escondían nada; les he visto enfadarse, bromear, mirarse y entenderse….hasta el último aliento. En cambio, mi vida amorosa ha sido un desastre. Un desastre con los mejores regalos que podría imaginar, mi morena y mi rubia, niñas concebidas y deseadas cuando el amor era de verdad, pero ahora partícipes del desengaño.
El cáncer cambia tu vida, tu entorno, tu norte y tu sur. Por eso muchas parejas no son capaces de mantenerse a la altura, les supera la situación, el miedo, tu nuevo yo.
Aceptarlo duele, desarma, te deja débil, con la guardia baja, la autoestima bajo cero y la lágrima al filo. Superarlo cuesta, convives con los sueños rotos y los recuerdos amargos. Se apaga tu sonrisa, tus ganas de seguir. Te culpas, te encierras, te obsesionas. Y cuando, por fin, despiertas a tu ego, te das cuenta del tiempo perdido, de lo poco que te has valorado, del tiempo regalado que nunca va a volver, de tu esfuerzo por revivir algo muerto.
Y un día, de repente, amanece de nuevo, con la conciencia tranquila, con la seguridad de haber dado más de lo que han merecido, con el propósito de quererte más, de no buscar consuelo en hombros llenos de inmadurez.
Queridas supervivientes, valéis millones, y muy pocas parejas merecen vuestro amor. Eso sí, si lo tenéis al lado, enhorabuena, nada ni nadie romperá esa cadena que os une, porque pasar juntos por ésto une o mata. Es así, no hay medias tintas, o aportas o aparta, frase magistral que leo en el estado de whatsapp de mi compañero y amigo Diego.
Cuando los tratamientos pasan, cuando la vida vuelve a la “normalidad”, seguimos necesitando al compañero que hemos tenido en cada quimio, en cada radio, en cada consulta. Seguimos necesitando que nos necesiten,saber que están ahí, que les seguimos preocupando porque nos quieren, porque nada ha cambiado. Alguien que nos ha visto sin pecho, en nuestro momento más infrahumano, se merece todo nuestro amor…pero no a cualquier precio. No les debemos nada, NADA. Han estado ahí porque han querido, porque nos han querido, y eso no les da carta blanca para dejarnos solas cuando todo pase.
Disfrutad del amor si lo tenéis, y de la VIDA en todo caso.
San Valentín me ha traído recuerdos que duelen, el principio del fin, y os necesitaba. Gracias por estar al otro lado.
Os leo!!