¿Qué son los agregados psicológicos?
Cada persona es un cuerpo, por lo que nos vemos a nosotros mismos como una unidad de humano. Si nos preguntan cuántos somos, responderíamos que somos “uno” por cada cuerpo. Sin embargo, cuando se trata de enumerarnos a partir del funcionamiento de nuestra mente y de los mensajes que esta emite a través de los pensamientos, podemos decir que dentro de nosotros no somos “uno”, si no que somos “muchos”. Y que estos “muchos” se expresan a partir de distintas líneas de pensamiento o voces internas, que interactúan entre ellas.Podemos observar que continuamente experimentamos conversaciones internas con nosotros mismos, que discutimos con pensamientos contradictorios, que decidimos ahora una cosa y luego decidimos la contraria, que cambiamos de punto de vista, de decisión o de opinión, o bien, que incumplimos nuestras auto promesas cuando, un segundo pensamiento se activa a posteriori, para anular o retrasar el pensamiento inicial que originó la promesa.
Para comprenderlo mejor: hoy al levantarme me he prometido, que de hoy no pasa, el ir a la biblioteca por la tarde a devolver un libro. Esa es la primera voz, auto comprometiéndose a que hoy, sí o sí, devuelvo el libro. Sin embargo, una vez llega la tarde, resulta que no me apetece, así que aparece otra voz que dice: bueno, da igual, ya iré mañana. La primera voz, sale entonces para recordarte que, si no vas hoy, pasará el plazo de devolución y te sancionarán quitándote puntos del carnet de la biblioteca, y no podrás sacar libros en una semana. La segunda voz sale de nuevo y dice que no importa la sanción, que puedes pasar una semana sin sacar libros. Y así continua la “discusión interna” hasta que una de las dos voces “gana” y tu ejecutas la acción, según la decisión final, de devolver o no el libro hoy.
¿Cómo afectan los agregados psicológicos a nuestra nutrición?
Esto mismo ocurre cuando decidimos sobre nuestra alimentación, solo que, a diferencia de la decisión de ir a la biblioteca, que solo la tomas una vez de tanto en tanto, las decisiones, con respecto a tu nutrición, las tomas continuamente, varias veces al día, cada día.La voz o línea de pensamiento que decide ponerse a dieta a partir de hoy a las ocho de la mañana no es la misma que compra y come el pastelito para merendar a las seis de la tarde.
Es importante observar como la situación ambiental que tenemos en cada momento, motiva o estimula las decisiones que tomamos, las que mantenemos y las que olvidamos o cambiamos.
Por ejemplo: hoy, estando en casa, después de desayunar, decido que para almorzar me pediré de menú una ensalada, pollo a la plancha y fruta de postre. Sin embargo, una vez estoy en el restaurante de siempre, sintiendo hambre, llegando estresada de la oficina, con una hora solamente para comer, recibo una multitud de estímulos a través de la vista y de los olores, de otros preparados alimenticios, que me hacen olvidar por completo la decisión que he tomado esta mañana, y me acabo pidiendo macarrones carbonara, bistec de ternera con salsa de setas, y de postre pastel de queso. Y mientras espero los platos, voy comiendo pan.
Por la mañana, no percibía ningún olor de comida, acababa de desayunar, por lo que no tenía hambre, estaba descansada después de dormir toda la noche, y me sentía relajada tras el fin de semana de descanso y diversión. Con este ambiente, he tomado mi primera decisión. Sin embargo, tras una mañana ajetreada en el despacho, habiendo tomado solamente dos cafés en toda la mañana, y yendo a comer a contrarreloj al restaurante de siempre, simplemente no me ha apetecido para nada mantener la promesa inicial de esta mañana y he tomado otra completamente opuesta.
En este caso, acciones que podrían ayudar a mantener la decisión original:
Encontrar un momento para poder comer algo a media mañana y no llegar con tanta hambre a la comida.
Sustituir los cafés por infusiones relajantes, que pudieran contrarrestar un poquito el estrés que provoca el trabajo.
Aprender a parar en algún momento de la mañana, aunque sea para ir al baño y realizar ahí unos minutos de respiraciones y meditación.
Charlar con algún compañero de algo trivial que incluso nos haga reír, para soltar tensiones.
Llamar al restaurante y pedir por teléfono antes de salir para allá o pedir que nos lo traigan a la oficina.
Comprender como funciono internamente a través de mis líneas de pensamiento junto con las influencias recibidas del exterior, me ayuda a entender cuál es mi conducta con la comida y así poder dar los pasos pertinentes para cambiarla.
Nota: Si has vivido alguna situación similar y deseas compartirla de forma totalmente anónima en mi blog, no dudes en enviarme un correo contándome tu historia. Muchas gracias.
Nota: El artículo ha sido publicado originalmente en Saludterapia.