La vitamina A es más conocida como la vitamina del ojo. Contribuye a mejorar y mantener el rendimiento de la visión. Sin embargo, tiene otras funciones esenciales para asegurar el funcionamiento óptimo del cuerpo. También es una fuente de muchos beneficios.
Vitamina A: ¿Qué deberías saber sobre esta vitamina?
Dentro del cuerpo, la vitamina A está presente en forma de ácido retinoico (en las membranas mucosas y los huesos), retinal (en la retina) y retinil palmito (reserva de vitamina A en el hígado). Se llama retinol porque primero fue aislado de la retina.En promedio, la ingesta diaria recomendada de vitamina A para un adulto es de 1 mg. Sin embargo, este valor se revisa al alza o a la baja según el estado fisiológico y la edad de cada persona. Por ejemplo, una mujer que da el pecho necesita 1,4 mg de vitamina A al día, en comparación con 0,5 mg para un niño.
La dieta es la principal fuente de vitamina A. Se produce de forma natural (en forma de retinol) en alimentos de origen animal (aceite de hígado de pescado, leche, yema de huevo, ostras, etc.). También está disponible en forma de provitamina A (betacaroteno) en alimentos de origen vegetal (naranjas, zanahorias, lechuga, patatas, albaricoques, etc.).
La vitamina A participa en varias funciones fisiológicas dentro del cuerpo. Participa en la diferenciación celular, el crecimiento, la inmunidad y, por supuesto, la visión. También contribuye a la salud de las membranas mucosas y la piel.
Beneficios de la vitamina A
La vitamina A es una necesidad esencial para el cuerpo. Proporciona muchos beneficios para asegurar nuestra salud.Los beneficios de la vitamina A son:
Retrasa o atenúa el proceso de envejecimiento de la piel (tiene un efecto antiarrugas).
Asegurar la salud de la piel (anti-acné, cuidado de la psoriasis, etc.).
Estimular la regeneración de la piel (propiedad curativa)
Mantener una buena visión (es gracias a ella que nuestros ojos pueden adaptarse a la oscuridad).
Aumentar la resistencia del cuerpo a los agentes infecciosos.
Promover el crecimiento de los dientes y los huesos.
Reducir el riesgo de cataratas, conjuntivitis y glaucoma.
Prevenir ciertos cánceres, como la leucemia.