Aquí tienes un breve listado con ideas para saber llevar con elegancia estos comentarios improcedentes y desviar la atención de los inoportunos:
1. Responde con otra pregunta
A: ¿Que no te casas?
B: (Mi pareja lo desea con todas sus fuerzas pero a mi me da vértigo. Por favor, deja el tema que aún se avivará un conflicto, piensas). Jeje, bueno ya veremos…, dices.
A: ¿Y a qué esperas?
B: Eh… Jeje… Bueno, aún no lo tenemos pensado… (más bochorno).
Es mejor que le lances otra pregunta y de ahí prepares terreno para sacar otro tema que te permita escaquearte.
Rebobinemos:
A: ¿Qué no te casas?
B: ¿Te preocupa que me quede soltero para el resto de mis días?
A: Jaja, no hombre no, sé que si no lo haces es porque no quieres
B: Vaya, me halaga mucho el comentario y más viniendo de ti
2. Vete a lo general
¿Cuánto cobras?. ¿Se te ocurren preguntas más inapropiadas que las que tienen que ver con cantidades de dinero?
Una alternativa elegante sería un Menos de lo que me gustaría. En el caso en que te encuentres delante de alguien poco habilidoso para captar evasivas y quieras ahorrarte un insistente ¿Pero cuánto?, rápidamente ataca con un El tema de los sueldos está súper delicado… Fíjate que el otro día oí en las noticias que en España… mientras que en Francia….
Si desvías su atención con problemáticas globales o generalizaciones, abrirás un debate que generará un nuevo interés y despistarás al cotilla que lleva dentro.
3. Hazle protagonista
La ética no suele aconsejarnos este ítem pero, si te encuentras en verdaderos apuros, suele resultar útil. Quizás esa persona pretenda dejarte en evidencia o puede que su nula empatía no le permita darse cuenta de lo inapropiado de su comentario. Sea cual sea, una buena forma de hacerle sentir algo parecido a la incomodidad que tú sientes es plantearle con elegancia un estímulo parecido. Las personas entendemos enseguida las lecciones si las sentimos en primera persona.
A: ¿Y cuándo vais a ser papás?
B: Esa es una muy buena pregunta difícil de responder… ¿Y tú cuándo le pedirás matrimonio?
Si le acechas con una pregunta personal, puede que se sienta igual de invadido que tú y le sirva para recular. Si, por el contrario, es de los que no se cortan, tu comentario ya te habrá servido para hacerle protagonista de la conversación y deshacerte tú de ese papel.
4. Utiliza el término feliz
¿Por qué no tienes pareja?
¿Por qué todavía vives allí?
¿Por qué no tenéis hijos?
Son decisiones de vida tan íntimas y cuyos motivos están tan relacionados con tus afectos, que expongas el motivo que expongas, el otro puede rebatírtelo con infinidad de argumentos puramente racionales que, desde luego, no te sirven para sentir tus circunstancias de otra manera.
En ese caso, emplea el valor en alza de la sociedad actual y en el que se basan todas nuestras decisiones: la felicidad.
Porqué tal y como estoy, me siento feliz. Si el último fin del ser humano es ser feliz y tú ya te sientes así, ¿qué más podrán decirte?
5. Usa el descaro
Cuando lo único que se te ocurre es un ¡Y a ti que te importa!, no hay mejor recurso que el humor para despejar de forma sutil y liviana esa pregunta inoportuna. La desfachatez es un buen recurso para manejar tú en vez del otro esa conversación.
Tu interlocutor, probablemente sin pretenderlo, se está posicionando en un pedestal por encima de ti destapando tu faceta más íntima. La naturalidad y el descaro serán los ingredientes que permitan equilibrar ese desnivel, impidiendo que esa persona logre empoderarse de esa conversación.
A: Bueno y…¿ya habéis formalizado vuestro compromiso?
B: Fíjate en nuestras caras, seguro que puedes responderte tú mismo ;)
A: La verdad que se os ve muy bien
B: ¿Así que nos das el visto bueno? Estábamos esperando a verte para ver qué opinabas sobre nuestra relación
A: Jeje (sonrisa tímida), ¡pues adelante!
B: Pues oye, si nos das tu bendición, ¡lo formalizamos ya! (en tono sarcástico).
6. Expresa tu bochorno
Te pongo en situación. Imagina que por primera vez te introduces en un grupo nuevo y alguien que pretende resultar gracioso, te sorprende delante de todos con un ¿Qué nos puedes contar sobre ti?. Es evidente que, digas lo que digas, resultará una presentación forzada e incómoda. Así que, destapa tu vulnerabilidad delante de todos, ¿de qué otra manera te puede desarmar tu estupendo amigo si tú mismo te desarmas primero?
¿Pretendes dejarme en evidencia?, ¿Quieres que me suban los colores pidiéndome esto?, Me da mucha vergüenza lo que me pides, cuando os conozca un poco más os explico sobre mi, ¿qué te parece?.
Muy probablemente, tu inocencia perversa hará que se enternezca e incluso empiece a sentir que su propuesta ha sido descortés. Puede que incluso se acerque pidiéndote unas tímidas disculpas a las que le sigan halagos hacia tu persona desde entonces: Perdona si te he incomodado, no era mi intención. ¿Te apetece otra copa de vino?.
¿Qué más puedes pedir?
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