Siempre me ha costado comprometerme. Recuerdo que cuando estaba aún en el colegio me metí a un movimiento scout. Como casi todos lo espacios en los que he participado era bastante atípico y teníamos muchísimas más libertades que los grupos usuales de scout. Durante todo el tiempo que participé y a pesar de que fue una experiencia realmente crucial para mi vida, nunca tomé la promesa (rito de compromiso con el movimiento). Lo normal cuando uno se integraba a grupos y cosas era hacer toda la parafernalia, comprarse la chapita, el gorrito, hacer la promesa. Por lo menos así ha sido lo que he visto entre mis pares. Pues yo no. Cuando la gente me preguntaba porque no había tomado la promesa yo respondía con total solemnidad que no me sentía lo suficientemente comprometida como para hacer una ceremonia y empeñar mi palabra.
En esa época era muy seria con esas cosas. Todavía lo soy a mi modo, pero he tenido algunas experiencias que me han obligado a flexibilizar.
Si bien esta seriedad tiene un lado muy bueno. También, como todo, tiene una contraparte. Darle demasiada importancia a las cosas me ha impedido sistematicamente en la vida pasar por experiencias que hubieran sido muy nutritivas para mi. Pero sobre todo porque ha implicado quedarme siempre en una especie de limbo indeciso entre esto y lo otro.
Finalmente hace 4 años, esa indesición tuvo costos tangibles. Mi falta de desición terminó por afectar los pilares más importantes de mi vida: mis relaciones y mis planes de vida.
La razón N° 1 para no escoger: Miedo a la pérdida, miedo al compromiso.
Hoy hablaba con B., algo así como una hermana para mi. Ella me decía que toda desición representa de algún modo un sacrificio: al elegir dejamos algo de lado. A mi personalmente no me gusta mucho esa palabra y cada vez más pienso y siento que la vida va más hacia los sí que los no. O por ponerlo de otro modo va más en lo que ganamos que no lo que perdemos. Por lo tanto si bien ella tenía razón en cierto sentido, el tema va más sobre lo que ganaremos al tomar una decisión y no lo que dejaremos atrás.
Yo siempre me fijaba y todavía un poco tengo la tendencia de pensar más en lo que perderé si decido algo que no lo que ganaré. Ha sido una batalla intensa y lo sigue siendo, el enfocarme en el sí, quiero, más que en el no, quiero.
Especialmente hoy que la sociedad entera nos llama de manera constante a tener infinitas opciones y nunca, ojala, decidirse por alguna. Quedate con todo, no pierdas nada.
Lo cierto es que ese fijarse constantemente en lo que voy a dejar si decido quedarme con algo, es simplemente un abrumador y absoluto temor a la pérdida. Pérdida de lo que dejo atrás, pero también el miedo a lo que he ganado.
Más vale pájaro en mano…
Y de las cosas que tememos más perder, entre las primeras esta ese raro sentido de libertad que viene de pasarse soñando sobre lo que las cosas podrían ser, en vez de vivirlas. Yo me decía, Si hago esto, si me decido por esto entonces todas estas cosas maravillosas no las podría hacer. Y al final no hacía nada.
Este dicho famoso tiene dos lados. A mi la verdad es que nunca me ha gustado mucho. Yo siempre estaba pensando que era mejor que los pájaros volaran porque seguro “algun día” los pescaría a todos, o mejor aún me pondría a volar con ellos. También me sugería un rollo de apego, de no soñar, de no atreverse a pensar en grande. Pero hoy, ya un poquito, poquito más aterrizada, lo veo distinto y entiendo que ese pájaro que está en la mano, es en realidad una experiencia que me estoy atreviendo a vivir y no solo a soñar.
Se trata del verdadero valor de tomar una decisión y lanzarse.
Siempre hay pajaros nuevos que te distraen. Para mi tomar un camino, escoger, siempre trae más opciones y de nuevo tengo que enfocarme y tratar de aterrizar otra vez. Es un proceso constante, pero que al mismo tiempo me ha permitido entender y aprender mucho de como sortear las dificultades. Por lo tanto quiero contarte alguna de las cosas que más me han liberado para realmente tomar desiciones sin sacrificio y sin sensación de perdida, para poder aterrizar mis planes y vivir lo que quiero vivir.
1-. La diferencia entre saber el camino y caminar el camino: Amo esta frase que le dice Morfeo a Neo en Matrix. Creo que no podría ser más cierta y sabia. Cuando realmente tomamos una decisión, entramos en un camino y ese simple hecho como un acto de magia, un acto de revelación, desmantela en un instante la mayor cantidad de mitos e ideas falsas que tenemos acerca de un tema y su relación con nosotros mismos. Como ponerte en los zapatos de otra/o, mirar con los ojos de alguien más, te da eso de entender las cosas por experiencia. Y esto es invaluable, absolutamente invaluable. Es impresionante la cantidad de energía que desperdiciamos pensando e imaginando como no sentiríamos si. No digo que no sea bueno imaginar un poco, pero siempre en justa medida.
Es realmente un crimen hacer de la imaginación una escusa para no vivir.
2-. La importancia de los ciclos: Saber que en la vida pasamos por etapas. Que una desición no significa un tumba ni una cadena. Básicamente que las desiciones tienen un nivel de flexibilidad otorgado por nuestra propia medición y planificación. Con esto, de nuevo no quiero decir que nos pasemos la vida picoteando aquí y allá. Pero sí que podemos definir un tiempo determinado para poder evaluar y acomodarnos.
Si tomas una decisión equivocada, si tomas un camino, tienes que planificar la manera de salir en un periodo determinado.
Mi papa me enseñó esto. Siempre que entras a un lugar, debes saber como salir. Es algo que se entrena en negocios también. Algo así como el plan de retiro.
Pongamos un ejemplo para que quede realmente claro. Digamos que estas definiendo tu carrera. Lo más probable es que a los 18 años no tengas ni idea de lo que realmente quieres de la vida y no sepas qué escoger. Toda la presión está en que decidas tu vida casi hasta el último minuto y las cuestiones de dinero no ayudan en nada. Dos cosas debes tener claras. Primero, que es una mentira decir que lo que decidas ahora definirá el resto de tu vida. Puedes decidir, siempre, tomar una via alternativa. Segundo, para que esa alternativa este adecuada a tu realidad (muchas personas no sienten que se pueden dar el lujo de salirse en medio de una carrera y muchas veces están en lo correcto), debes hacer un plan.
Tu plan de escape en caso de que nada funcione. Como te sales de una vida que no es la que quieres y de manera responsable, haciendote cargo (creeme que no quieres andar arrastrando deudas afectivas, o de cualquier tipo por no hacerte cargo de lo que te corresponde).
3-. Escoger y hacer un plan con dos caras: Tanto para las cosas fuertes de la vida (como carrera universitaria, trabajos, traslados a otros países, pareja, etc) como Para cosas menos densas, se aplica lo mismo: Al momento de escoger, prueba un tiempo, un tiempo que te de la experiencia del lado agradable y el no tan agradable.
Elizabeth Gilbert, la autora de Rezar, Comer, Amar y Big Magic lo pone maravillosamente. Ella dice que con cada camino que tomamos siempre existe un sandwich de porquería que nos tenemos que tragar. Cuando decides tomar el camino debes asegurarte de poder comerte ese sandwich de porquería, porque si no lo puedes hacer, tienes que reconsiderar el camino. Cuando hacemos una prueba y tratamos de ver si tal o cual opción es lo que realmente queremos, entonces debemos evaluar si seremos capaces de soportar el desafío que ese camino nos impone. Pero de nuevo, eso solo lo podemos saber, de verdad de verdad cuando nos comemos el sandwich y vemos si podemos soportarlo. Para eso tienes que tener tu plan y si logras pasar de lo bonito y lo feo y aun sostenerte en tu deseo, entonces ya sabes: estas donde tienes que estar.
4-. Luego de escoger, ajusta, adapta: la ciencia de la felicidad esta en la relajación. La relajación es flexibilidad, es movimiento, fluidez. Su contrario, lo rígido es una fuerte causa de sufrimiento en la vida. No ser capaz movernos en relación con lo que necesitamos. Evidentemente siempre hay un tope, pero antes del tope y ojala en el inmenso y vasto territorio antes de que el tope se produzca, el saber movernos y acomodarnos es clave para hacer de nuestra decisión eso que realmente queremos. Partimos con una idea, pero terminamos en otra totalmente distinta y si estamos atentas/os eso puede ser exactamente lo que queríamos sin saberlo. Esto tiene que ver con entender que el proceso es una danza entre la idea y el proyecto que tenemos al principio y lo que el camino nos enseña.
5-. Si no logras resistir, aprende: Si a pesar de todo los intentos te das cuenta que tal o cual cosa no es lo tuyo, llóralo (si lo vale esa perdida), acéptalo y aprende. Lleva todo lo que la experiencia te ha enseñado de ti y de la vida para la siguiente desición, para el siguiente camino. Honra la experiencia que has vivido con cada ajuste que haces para lo que viene. No repitas lo mismo, aplica tu resiliencia y acomodate.
En resumen escoger
Antes de que termine este año, no dejes pasar la oportunidad. Piensa en aquellas decisiones pospuestas, en esos proyectos largamente dilatados y crea el portal para entrar en ellos. Este año que viene puede ser realmente el año en que desarrolles y comiences a construir la vida que realmente quieres. Recuerda que lo que ganarás con intentarlo es infinitamente más valioso que solo imaginarlo. No te hagas esperar.
Mañana Veremos el último elemento de esta serie de cosas que no puedes dejar de hacer antes de que el año acabe. ¿De qué se tratará? Pues del elemento numero 1 que nos ata a no avanzar: el pasado.
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