En el tratamiento de las fobias y los miedos, la psicología aparece como una de las primeras herramientas con resultados prácticos sobre las condiciones de origen. Los programas psicológicos para tratar fobias incluyen distintas estrategias de tipo cognitivo y conductual con altos grados de evidencia empírica en casos previos. Cada una de las estrategias tiende a seleccionarse en base a casos similares y que hayan tenido buenos resultados, pudiendo así trabajar de la manera más adecuada para cada tipo de paciente.
La utilización de medicamentos ansiolíticos no es prioritaria, aunque puede reocmendarse como forma complementaria en casos de fobia alta. Los psicofármacos están en el eje de la discusión porque hay estudios que indican que drogas como las benzodiacepinas pueden interferir en experiencias psicoterapéuticas haciendo retroceder los avances del paciente. Por eso, el análisis médico interdisciplinario es importante a la hora de escoger las herramientas y formas de trabajo más precisas para cada nivel de ranidafobia en particular, considerando sus orígenes, síntomas y manifestaciones.
La necesidad de enfrentar el miedo
Evitar el estímulo al que se le teme es considerado, en algunas ocasiones, contraproducente, ya que aumenta la intensidad del problema. La mecánica más habitual en los tratamientos es ir preparando sesiones de enfrentamiento en donde, en ámbitos controlados, el paciente pueda ir enfrentándose poco a poco al motivo de su fobia, en este caso las ranas. Las sesiones de exposición tienen como resultado una mejor preparación para que el paciente pueda detectar sus miedos, los motivos de los mismos, y alternativas para un comportamiento específico.
El formato progresivo de exposición consiste en ir avanzando, lentamente, en construcciones mentales de situaciones de enfrentamiento con el origen de la fobia, para después ir volcándolo al mundo físico y real, exponiendo finalmente de manera directa al paciente con las ranas que generan su ansiedad.
Algunas de las técnicas cognitivas que han demostrado tener resultados positivos incluyen las de reflexión sobre el comportamiento, buscando un debate que genere un mayor entendimiento de nuestras creencias sobre las ranas y porque son una amenaza para nuestra integridad. Esta deconstrucción ayuda a un planteo racionalizado de la fobia y desde ese punto de partida, un trabajo para mejorar la calidad de vida y de respuesta general ante este tipo de elementos.