Pero, ¿qué tiene que ver esto con el para qué conocerse a uno mismo? Pues sencillamente que en el segundo caso, hacía ver a los padres la importancia de su papel y que fueran conscientes no solo de éste, sino también de sí mismos, lo que implicaba un trabajo de autoconocimiento.
Y es que conocerse a uno mismo es una de las bases para mejorar en la vida y sentirse mejor psicológica y físicamente hablando. Por ello, me gustaría compartir algunos beneficios de este proceso tan personal.
Sentirse bien
La primera razón ya la he comentado: sentirse bien tanto física como psicológicamente. Cuando una persona empieza a conocer a sí misma, descubre “cosas” de las que no era consciente, lo que muchas veces supone el superar dificultades que no solo marcan psicológicamente, sino que frecuentemente se suelen expresar en nuestro cuerpo tomando diversas formas como tensiones, malestares o enfermedades.
Desde aquí sí me gustaría advertir de una idea que en psicología muchas veces se nos olvida, y es que no siempre lo que descubrimos haciéndolo consciente es negativo, como traumas y complejos, sino que, con más frecuencia de la que nos creemos, solemos también descubrir facetas que nos hacen ver que somos mucho más de lo que pensábamos de nosotros, lo que nos aporta una gran energía y autoestima.
Tomar decisiones propias
Desde que uno empieza a conocerse a uno mismo, de las primeras cosas que descubre es que muchas de las facetas que suponía que eran suyas, en realidad son adopciones de otras personas o caretas adaptables a las supuestas demandas de los demás.
Y no solo eso, habría también que sumar la influencia de medios de comunicación, educación y cultura. Al darnos cuenta de todo esto, no solo descubrimos cuánto hemos dejado de ser nosotros mismos, sino que a partir de ese momento, estaremos en disposiciones de ir tomando mejores decisiones tanto para nosotros como para los que nos rodean y que estén a nuestro cargo.
Mejores relaciones personales
Y hablando de los que están a nuestro alrededor, conocerse a uno mismo supone que nos demos cuenta de cómo nos sentimos, pensamos y actuamos cuando estamos con ellos y, por tanto, podamos “ver” en qué estamos equivocándonos por lo que no nos sentimos bien.
Quizá sea nuestra filosofía de vida, la desconfianza o sencillamente el no creer en nosotros mismos lo que genera nuestra malestar. Conocerse a uno mismo ayuda a cambiar en todos los planos y mejorar las relaciones personales con los demás.
Amar
Y aquí tenemos que hablar de la que quizás sea la relación personal más fuerte que exista como es la de amar a otra persona de forma íntima. Y es que, en realidad, es imposible amar a otra persona si uno no se ama primero, lo que requiere el conocerse a uno mismo antes.
Cuando descubrimos cómo somos y nos aceptamos, empezamos a respetarnos y a querernos por ser como somos, sin peros ni condiciones, lo que nos hace estar abiertos a cualquier experiencia de la vida desde nuestro propio Yo, y entre estas está la de amar a otro ser independiente.
Conexión
Por tanto, cuando descubrimos que podemos amar a otro Yo, también nos damos cuenta de que podemos hacerlo con otras personas, lo que nos permite sentirnos parte de una globalidad.
Esta sensación de conexión con los demás nos permite sentirnos formando parte de algo más basto, lo que no solo nos reconforta, sino que además nos ayuda a darle un sentido a nuestras vidas, algo que muchas veces es el punto de mayor bienestar y paz interior en la vida.