El síndrome del hueso trígono es causado por apuntar repetidamente los dedos de los pies hacia abajo, lo que es común entre bailarinas de ballet, jugadores de fútbol y otros atletas. Se expondrá su ubicación, incidencia, síntomas y tratamiento conservador mediante fisioterapia.
¿Dónde se encuentra el hueso trígono?
El hueso trígono es un hueso adicional (accesorio) que se desarrolla en ocasiones detrás del hueso del tobillo (hueso astrágalo). Está presente desde el nacimiento pero suele presentar síntomas a partir de la adolescencia si la persona practica algún deporte en el cual se realice una plantiflexión (apuntar los dedos de los pies hacia abajo) de manera repetitiva.
Incidencia del Síndrome del Hueso Trígono
Población general: 10% en un solo pie y 2% en ambos pies.
Población con síndrome del hueso trígono: 50% en ambos pies.
Síntomas del Síndrome del Hueso Trígono
Dolor profundo y agudo en la parte posterior del tobillo, que se presenta principalmente cuando se hace presión en el dedo gordo del pie al caminar o cuando se apuntan los dedos de los pies hacia abajo.
Sensibilidad en el área cuando es tocada.
Hinchazón en la parte trasera del tobillo.
En algunos casos puede no presentar síntoma alguno.
Tratamiento conservador para el Síndrome del Hueso Trígono (Os Trigonum).
Reposo:
Es importante no apoyarse sobre el pie lesionado para permitir que reduzca la inflamación.
Inmovilización:
A menudo se usa una bota para caminar para restringir el movimiento del tobillo y permitir que el tejido lesionado se cure.
Hielo:
La inflamación disminuye colocando una bolsa de hielo cubierta por una toalla delgada sobre el área afectada. Es recomendable no colocar el hielo directamente sobre la piel.
Medicamentos orales:
Los medicamentos anti-inflamatorios no esteroides tales como el ibuprofeno pueden ayudar a reducir el dolor y la inflamación.
Existen tres objetivos principales para el tratamiento del síndrome del hueso trígono:
Reducir la inflamación.
Fortalecimiento de la musculatura del tobillo y pie.
Movilización de la articulación del tobillo.
Inicialmente, el tratamiento conservador intenta reducir la inflamación y disminuir el dolor aplicando hielo y compresión al tobillo entre 2 y 4 veces por día de 10 a 20 minutos cada vez. La toma de anti-inflamatorios no esteroides (AINEs) también ayuda a reducir la inflamación y provee alivio del dolor. En el síndrome del hueso trígono, la modificación de actividades es el aspecto más importante de la rehabilitación. Llevar los dedos del pie hacia abajo de manera repetida exacerba los síntomas, por lo tanto, la recuperación no puede ocurrir hasta que este movimiento sea limitado.
A los bailarines se les indica modificar sus ejecuciones dancísticas trabajando sólo en rangos de movimientos indoloros y eliminando releves y el trabajo de puntas. A los jugadores de fútbol y otros atletas se les instruye limitar el movimiento de plantiflexión del tobillo y de igual manera trabajar en rangos indoloros.
Fortalecer los músculos intrínsecos (propios) y estabilizadores del pie conlleva a un mejor soporte del tobillo permitiendo optimizar los movimientos y disminuir el estrés de la articulación. Es también importante la movilización articular con objeto de restaurar los correctos mecanismos del tobillo para poder mejorar el movimiento de plantiflexión y evitar el pinzamiento postero-lateral de la articulación.
Tratamiento fisioterapéutico para el Síndrome del Hueso Trígono
Inicialmente la rehabilitación se enfoca en reducir la inflamación y el dolor a través de la terapia manual –movilización del edema, movilización de la articulación, movilización de tejido, liberación de puntos de gatillo– y otras modalidades –crioterapia, agentes físicos– buscando controlar el proceso inflamatorio y proveyendo un ambiente óptimo para que la curación ocurra.
Posteriormente, los ejercicios terapéuticos –fortalecimiento intrínseco y extrínseco utilizando caninas, el roller, bandas elásticas, entre otros– y la reeducación neuromuscular –utilizando superficies inestables, el BOSU, el pilates reformer, entre otros– se enfocarán en restaurar el rango de movimiento de la plantiflexión, fortalecer la musculatura del tobillo/pie y mejorar la propiocepción.
A continuación os dejo un vídeo que contiene diversos ejercicios de propiocepción o propioceptivos de tobillo para un nivel inicial:
Ejercicios de propiocepción o propioceptivos de tobillo. Nivel inicial. Reforzar el tobillo.
En este video os enseñamos a realizar una serie de ejercicios propioceptivos de tobillo de nivel inicial. Estos ejercicios nos ayudarán a prevenir lesiones y mejorar el fortalecimiento de los grupos musculares que mueven el complejo articular del tobillo.
A los pacientes se les alienta a participar activamente en su programa de rehabilitación mediante la colocación regular de hielo para disminuir la inflamación, modificar sus actividades para permitir que la curación ocurra y comprometerse con su programa de ejercicios en casa.
Como prevención para los bailarines con el síndrome del hueso trígono, se les recomienda tomar conciencia acerca del sobreuso de los músculos de la pantorrilla durante el trabajo de puntas y, en vez de ello, utilizar los estabilizadores de tobillo para retrasar el impacto y pinzamiento del hueso trígono (os trigonum) en la parte posterior de la tibia. En los bailarines, la movilización de la articulación del tobillo resulta extremadamente importante para aumentar el rango de movimiento disponible y prevenir que se fuerce agresivamente la plantiflexión y, por lo tanto, la exacerbación de los síntomas.
¿Cuándo se requiere cirugía?
Los síntomas de la mayoría de los pacientes mejoran con tratamientos no quirúrgicos. Sin embargo, en algunos pacientes, una cirugía puede ser requerida para aliviar los síntomas y poder continuar en su actividad deportiva o cultural. La cirugía consiste por lo general en la remoción del hueso trígono, dado que este hueso adicional no es necesario para el funcionamiento normal del pie.
Tres recordatorios claves
En el síndrome del hueso trígono, la modificación de actividades es el aspecto más importante de la rehabilitación.
Fortalecer los músculos intrínsecos (propios) y estabilizadores del pie conlleva a un mejor soporte del tobillo permitiendo optimizar los movimientos y disminuyendo el estrés de la articulación.
Es también importante la movilización articular con objeto de restaurar los correctos mecanismos del tobillo para poder mejorar el movimiento de plantiflexión y evitar el pinzamiento postero-lateral de la articulación.
Lorena Miranda Márquez