Mi oído ha evolucionado bien, aunque muy despacio. Han sido 6 días de dolor intenso sin alivio, medicada hasta las cejas, y por fin, tras una farmacia en vena y mucho calor local, convivo con un dolor “soportable” que todavía hoy me acompaña y ando sorda por taponamiento. Nada importante visto mi historial.
Pendiente de mi revisión semestral de gine, esta vez me tocaba densiometría y resonancia magnética de pecho. Ya os expliqué en el post Densiometría mi experiencia con esta prueba hace dos años. Ha sido más de lo mismo, sin sorpresas.
La resonancia es otro cantar, y además, desde antes de la mastectomía no me la había hecho, así que os cuento a mi manera cómo es.
La primera novedad, como la Seguridad Social anda como anda, me remiten a un hospital privado, en mi caso Nuestra Señora de las Américas, en Arturo Soria. Un paseíto desde O’Donell, que es donde me hicieron la densiometría. Por lo menos tuve la suerte de unificar las citas el mismo día.
La Resonancia Magnética de Mama es incómoda, como todas las resonancias. Ese soniquite discotequero que te taladra los oídos aunque te hayan puesto unos bonitos cascos, esa vía que te tienen que coger para introducir el contraste, esos 45 minutos quieta, casi sin poder moverte, con las manos dormidas por la postura, agarrando un avisador por si necesitas ponerte en contacto con los técnicos…
Esa fue mi postura durante 45 minutos. Que os parece?? Escuchando un ruido ensordecedor, dentro del tubo, sin sensación de claustrofobia porque estás boca abajo, como si te estuvieran dando un masaje y, lo más curioso de la prueba, con el pecho metido en dos recipientes, cual Afrodita, la novia de Mazinguer Z
Si os hablo de sentimientos, los peores. Creo que ya os he comentado alguna vez que, de todas las perrerías a las que me enfrento, la resonancia es la que más temo, porque me recuerda la primera vez, sin escapatoria. Si el bicho campa por mi cuerpo, ya está pillado, aunque a mí me quedan unos días para saberlo. Unos días largos, eternos, tensos, que no recomiendo ni a mi enemigo más odioado.
En definitiva: las resonancias son incómodas, largas, pero indoloras exceptuando el pinchazo de la vía, pero capaces de remover mis más oscuros pensamientos negativos, por lo que estos días me costará más la sonrisa, el ánimo y las ganas de seguir, pero lo conseguiré, aunque si os sobran mimos, estaré encantada de recibirlos.
Os leo!!