Además de este tipo de rechazos menores, también somos vulnerables a rechazos serios y más devastadores. Cuando nuestro cónyuge nos deja, cuando nos despiden de nuestros trabajos, nuestros amigos nos rechazan o nuestras familias y comunidades nos rechacen por nuestras elecciones de estilo de vida, el dolor que sentimos puede ser absolutamente paralizante.
Ya sea que el rechazo que experimentamos sea grande o pequeño, una cosa permanece constante: Siempre duele y, por lo general, duele más de lo que esperamos.
La pregunta es, ¿por qué? ¿Por qué nos molesta tanto que un buen amigo no le haya dado “Me gusta” a la foto de las vacaciones familiares que publicamos en Facebook? ¿Por qué arruina nuestro estado de ánimo? ¿Por qué algo tan aparentemente insignificante nos haría sentir enojados con nuestro amigo, malhumorados y mal con nosotros mismos?
He aquí la respuesta
Nuestros cerebros están programados para responder de esa manera. Cuando los científicos colocaron a las personas en máquinas de resonancia magnética funcionales y les pidieron que recordaran un rechazo reciente, descubrieron algo sorprendente. Las mismas áreas de nuestro cerebro se activan cuando experimentamos rechazo, que cuando experimentamos dolor físico. Es por eso que incluso los pequeños rechazos duelen más de lo que pensamos que deberían, porque provocan dolor literal (aunque emocional).Pero, ¿por qué nuestro cerebro está conectado de esta manera?
Los psicólogos evolucionistas creen que todo comenzó cuando éramos cazadores recolectores que vivíamos en tribus. Como no podíamos sobrevivir solos, ser excluidos de nuestra tribu era básicamente una sentencia de muerte. Como resultado, desarrollamos un mecanismo de alerta temprana para alertarnos cuando estábamos en peligro de ser “expulsados” por nuestros compañeros de tribu, y eso fue el rechazo. Las personas que experimentaron el rechazo como algo más doloroso tenían más probabilidades de cambiar su comportamiento, permanecer en la tribu y transmitir sus genes.Por supuesto, el dolor emocional es solo una de las formas en que los rechazos afectan nuestro bienestar. Los rechazos también dañan nuestro estado de ánimo y nuestra autoestima, provocan oleadas de ira y agresión, y desestabilizan nuestra necesidad de “pertenecer”.
Desafortunadamente, el mayor daño que causa el rechazo suele ser autoinfligido. De hecho, nuestra respuesta natural a ser abandonados por una pareja o ser elegidos en último lugar para un equipo no es solo lamernos las heridas, sino volvernos intensamente autocríticos. Nos insultamos a nosotros mismos, lamentamos nuestras deficiencias y nos sentimos disgustados con nosotros mismos. En otras palabras, justo cuando nuestra autoestima está más lastimada, vamos y la dañamos aún más. Hacerlo es emocionalmente malsano y psicológicamente autodestructivo, sin embargo, todos y cada uno de nosotros lo hemos hecho en un momento u otro.
La buena noticia es que existen formas mejores y más saludables de responder al rechazo, cosas que podemos hacer para frenar las respuestas poco saludables, calmar nuestro dolor emocional y reconstruir nuestra autoestima. Aquí hay algunas de ellas:
Tener tolerancia cero con la autocrítica
Por muy tentador que sea enumerar todas tus faltas después de un rechazo, y por más natural que parezca castigarte por lo que hiciste “mal”, ¡no lo hagas! Por supuesto, revisa lo que sucedió y considera qué debes hacer de manera diferente en el futuro, pero no hay absolutamente ninguna buena razón para ser autocrítico al hacerlo.Otro error común que cometemos es asumir que un rechazo es personal cuando no lo es. La mayoría de los rechazos, ya sean románticos, profesionales e incluso sociales, se deben a las circunstancias. Pasar por una búsqueda exhaustiva de tus propias deficiencias en un esfuerzo por comprender por qué no “funcionó” no solo es innecesario, sino engañoso.
Revive tu autoestima
Cuando tu autoestima se ve afectada, es importante que te recuerdes lo que tienes para ofrecer (en lugar de enumerar tus deficiencias). La mejor manera de aumentar los sentimientos de autoestima después de un rechazo es afirmar aspectos de ti misma que sabes que son valiosos.Haz una lista de cinco cualidades que tienes que son importantes o significativas: Cosas que te convierten en un buen prospecto de relación (por ejemplo, eres comprensiva y amorosa), una buena amiga (por ejemplo, eres leal o un buena oyente), o una buena empleada (por ejemplo, eres responsable o tienes una sólida ética de trabajo).
Luego, elige uno de ellos y escribe uno o dos párrafos rápidos (escribe, no lo hagas simplemente en tu cabeza) sobre por qué cada cualidad es importante para los demás y cómo la expresarías en la situación relevante. La aplicación de primeros auxilios emocionales de esta manera aumentará tu autoestima, reducirá tu dolor emocional y desarrollará tu confianza en el futuro.
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Estimula los sentimientos de conexión
Como animales sociales, necesitamos sentirnos queridos y valorados por los distintos grupos sociales a los que estamos afiliados. El rechazo desestabiliza nuestra necesidad de pertenecer, dejándonos sintiéndonos inestables y socialmente abandonados.Por lo tanto, debemos recordarnos a nosotros mismos que somos apreciados y amados para poder sentirnos más conectados y arraigados. Si tus compañeros de trabajo no te invitaron a almorzar, toma una copa con una amiga. Si un amigo rechaza a tu hijo, haz un plan para que conozca a otro amigo lo antes posible. Y cuando una primera cita no devuelve tus mensajes de texto, llama a tus abuelos y recuerda que tu sola voz trae alegría a los demás.
El rechazo nunca es fácil, pero saber cómo limitar el daño psicológico que inflige y cómo reconstruir su autoestima cuando ocurre, te ayudará a recuperarte y a seguir adelante con confianza cuando sea el momento de tu próxima cita o evento social.