Se supone que el hogar familiar es el lugar donde puedes sentirte seguro, cómodo y libre para ser tú mismo, entre personas con las que compartes una historia en común. Sin embargo, no todos pueden obtener ese primer apoyo.
Y ya de adultos, hacemos todo lo posible. Quizá incluso con mucha terapia y autoayuda. Pero aún podemos sentirnos atormentados por el pasado, y puede ser frustrante.
No podemos olvidar o dejar atrás el trauma, porque no podemos cambiar nuestro pasado. Y porque además, no es una enfermedad. Es una parte integral de quiénes somos y de nuestra experiencia de vida.
Sin embargo, podemos aprender a vivir de una mejor forma con nuestro trauma, a coexistir con él y no ser dominados por el dolor.
Por favor, toma en cuenta que algunas de las cosas que diré a continuación no son completamente agradables, pero son necesarias para sacar algo bueno de todo esto.
1. Sé muy honesto con tu necesidad de dejarlo todo atrás.
Seguir adelante, cuando estamos realmente listos es una cosa. Por otro lado, afirmar que es hora de seguir adelante, porque queremos escapar de nuestro dolor, o estamos frustrados, enojados o creemos que merecemos algo mejor y seremos “una nueva persona”. Es muy diferente. La segunda afirmación tiene su trampa.Si no estamos listos, si todavía tenemos dolor y no hemos hecho ningún trabajo en nosotros mismos, entonces estaremos forzando las cosas antes de tiempo. Lo cual tiende a ser contraproducente. Nos sentimos peor en lugar de mejorar, o actuamos de forma súbita y saboteamos algo importante.
¿Qué es lo que realmente te impulsa a dejar atrás tu pasado? ¿Vergüenza? ¿Furia? ¿Rabia? ¿Te sientes abrumado? Estas son invitaciones para hacer más trabajo interior, para profundizar, y no apresurarse.
2. Recupera tu infancia.
Cuando sufrimos negligencia, trauma y abuso, necesitaremos un gran esfuerzo para “recomponer nuestra pintura”. Si la vida fuese una pintura, una infancia tóxica la vuelve gris, mientras que el trabajarse personalmente, nos ayuda a darle vida con color, pero se necesita “un pincel gigante” y mucha pintura. Nuestra mente solo recuerda el dolor y el miedo.Aunque, siempre debemos tener en claro que una vida, siempre está hecha de aspectos positivos y negativos. Lo que ocurre es que, como sobreviviente del trauma, no lo recordarás naturalmente todo. Parte de tu trabajo personal, implicará tomar la decisión consciente de sentarse y excavar en tu pasado, buscando las partes positivas.
¿Quién te ayudó? ¿Hubo algún maestro en el camino que creyera en ti? ¿Un vecino que te dio golosinas y te vigiló? ¿Un hermano que amaste?
¿Qué cosas agradables pasaron? ¿Recuerdas alguna buena experiencia, viajes, aventuras, incluso cosas pequeñas, pero positivas?
¿Hay objetos positivos que te vienen a la mente? ¿El sabor de un helado, una camiseta que te encantaba?, ¿Hay algún olor que te gustaba mucho en tu infancia?
¿Quieres que tu proceso sea realmente efectivo? Intenta escribir sobre todo. Un estudio sobre “las diferencias entre pacientes de trauma que mejoraron vs los que no”, encontró cinco tendencias clave entre los participantes, y la escritura expresiva una de ellas.
3. Aprende que una infancia tóxica te trae dones especiales.
Sí, por supuesto, una infancia traumática nos deja aspectos negativos. Podemos tener baja autoestima, desregulación emocional, problemas de intimidad y problemas de ira.Pero sin la infancia que vivimos, no tendríamos muchas cosas que realmente puedan hacernos especiales y fuertes en el presente. Esto puede aparecer en forma de resiliencia, empatía, humor, compasión y pensamiento creativo.
¿Cuáles fueron los dones que resultaron de tu infancia tóxica? ¿De verdad querrías tirar todo esto, fingiendo que tu pasado nunca sucedió?
4. Olvídate del perdón.
Si hay algo que puede dejarnos atrapados en nuestra infancia tóxica, puede ser la creencia de que tenemos que perdonar a todos los involucrados para seguir adelante.El perdón, o más bien el concepto moderno occidental, puede ser sobrevalorado y contraproducente. Generalmente implica ponernos como la buena persona y colocar a todos los demás en el asiento de “la mala persona que necesita perdón”.
Desde nuestro trono todopoderoso, podemos otorgar el perdón. Pero ninguno de nosotros es perfecto, así que en el fondo sentimos la falsedad de este proceso. Además, este tipo de perdón es una manera perfecta de aferrarse a la ira y la amargura, que es el producto de ver a los demás como menos y malos.
Entonces, detrás de toda la virtuosidad de nuestro enorme acto de perdón, todavía nos sentimos infelices. Y continuamos en el asiento de la víctima.
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5. En vez de lo anterior, busca la Aceptación.
Cuando aceptamos lo que sucedió y quiénes son esas otras personas, recuperamos mucha energía. Es la energía que anteriormente estábamos desperdiciando al tratar de entender por qué algo sucedió o no sucedió, o cómo alguien pudo haber hecho lo que hizo.La verdadera aceptación puede sentirse como soltar una carga muy pesada. Acepto que esto sucedió, y que nunca lo entenderé, y no puedo cambiarlo.
El intercambio es que podemos usar toda esa energía para cambiar lo que sí podemos cambiar. Los objetivos personales que nos llevarán a un futuro que sí queremos.
Y a veces, la aceptación, solo tiene que ser una aceptación de que en este momento no estamos listos para seguir adelante. No estamos listos para dejar de estar enojados, enfurecidos o tristes, o sentirnos como una víctima. Estas son todas las etapas válidas del proceso de sanar. Estamos donde estamos en nuestro propio camino personal, y está bien.
6. Sé honesto sobre tu acto de víctima y haz lo que puedas para cambiar de escena.
Sí, de acuerdo, fuiste una víctima. Un niño no tiene ningún recurso frente al trauma. Los niños no pueden simplemente hacer las maletas e irse. Generalmente están atrapados e indefensos.El problema surge cuando nos volvemos adultos, con toda la capacidad de tomar decisiones para protegernos y cuidarnos a nosotros mismos, y sin embargo, todavía estamos atrapados en la mentalidad de víctima. Sin darnos cuenta, inconscientemente tomamos decisiones que constantemente nos ponen en peligro. Algunos ejemplos:
Elegimos un trabajo mal pagado, con un jefe exigente y desagradable.
Decimos sí a cosas para las que no tenemos tiempo, como resultado terminamos agotados y furiosos con los amigos que tratábamos de ayudar.
Intentamos formar relaciones de pareja con personas que claramente, son distantes, infelices, inestables o incluso peligrosas.
En cuanto a los límites, no los establecemos. Odiamos escuchar chismes, pero contestamos el teléfono cuando ese amigo chismoso llama, incluso cuando estamos en medio de un trabajo importante.
Y de vez en cuando, nos convencemos de que no hay nada que pudiéramos haber hecho, que somos simplemente una víctima.
La mentalidad de víctima es lo más difícil de admitir durante el proceso de curación. Pero en el momento en que nos volvemos brutalmente honestos con nosotros mismos y asumimos toda la responsabilidad de nuestras elecciones de adultos y por la vida que hemos creado –Ese es el momento en que recuperamos nuestro poder personal para seguir adelante.
Un equipo de psicólogos sociales israelíes que investigaba la mentalidad de la víctima descubrió que tenerla significa que es menos probable que perdonemos, y que hay más probabilidades de rumiar constantemente sobre cosas malas que nos sucedieron. En otras palabras: si deseas que tu vida avance (a pesar de tu infancia tóxica, es esencial salir de la trampa de la víctima.
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7. Intenta con terapias que realmente funcionen.
La investigación sobre el trauma ha llegado a la vanguardia en la última década. Pero desafortunadamente, todavía hay malentendidos e incluso muchos terapeutas que simplemente no lo tienen en cuenta. Quien ni siquiera reconoce que un cliente está traumatizado por su infancia. Quienes, a pesar de las mejores intenciones, ofrecen una terapia que simplemente deja al cliente más sumido en su respuesta traumática.Si tuviste una infancia tóxica y muestras signos de trauma, como signos del Trastorno de Estrés Postraumático Complejo. Es importante encontrar un terapeuta que comprenda el proceso del trauma y ofrezca una terapia que te ayude a estabilizarte antes de desencadenar más síntomas del trastorno.
Las terapias a corto plazo, como la desensibilización y la reprogramación del movimiento ocular (EMDR), la terapia recursiva de trabajo cerebral (BWRT), la hipnoterapia clínica y la terapia cognitiva conductual (TCC) son excelentes puntos de partida.
¿Crees que es hora de hacerte cargo de tu infancia tóxica? Soy psicoterapeuta online, hace más de una década (mucho antes de la pandemia). Puedes contactarme para iniciar tu tratamiento.
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Referencias:
In Their Own Voices: Trauma Survivors Experiences in Overcoming Childhood Trauma. Morrow, Clayman & McDonagh. 2012
Unraveling the Mindset of Victimhood. Kaufman. 2020.
7 Lessons to Unlearn from a Toxic Childhood and How to Do It. Mandriota & Lawrenz. 2021.
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