A lo largo de esta semana los más peques se van a ir incorporando al cole y a comenzar la rutina del nuevo curso. Con esto empiezan las prisas del desayuno para llegar a tiempo al cole, el qué le doy para que tome a media mañana y por supuesto, el dilema de la merienda. Nosotros ya hemos hablado alguna que otra vez de este tema en estey estepost.
Para muchos no son grandes problemas porque en el mercado hay multitud de productos que ahorran tiempo y esfuerzos en estas comidas, encontramos zumos con millones de vitaminas incluidas, bizcochitos, galletas, petit-suisse para llevar, etc., además ya ni necesitamos cuchara u otros utensilios para que tomen estos refrigerios.
No obstante, hago una llamada a la cordura, y es que a veces lo fácil y con mil recomendaciones y avales en el envoltorio, no es lo mejor ni más saludable, más si hablamos de la alimentación de niños en pleno crecimiento y si encima consumen estos productos con regularidad.
Si nos fijamos en este tipo de productos tan bien presentados que con esos colores llaman la atención de los más peques, podemos encontrar por ejemplo, algún bollito con unas cantidades desbordantes de hierro, en cuyo envoltorio se indica con certificados y podemos pensar “¡Bien! Un alimento supersano y que contiene hierro” pero… ¿y si leemos el resto de la composición nutricional? ¿Y si nos fijamos en el porcentaje de grasas, especialmente saturadas, y azúcares? Es más que probable que estas cantidades no sean las adecuadas para un consumo continuado, muy rico para un momento concreto pero no como costumbre.
Con la bollería es muy fácil verlo, pero con las galletas no lo es tanto. Existen multitud de marcas y tipos de galletas, y la gama se amplía en el caso de los peques, y volvemos al mismo punto, miles de minerales y vitaminas añadidos, muy buena pinta todo, pero repito la pregunta, ¿el resto de los ingredientes y, por ende, la composición es la adecuada? Además, la típica frase de “si un poco es bueno más es mejor” en ciertos casos no es acertado, no todo en exceso es bueno y si nuestro hijo lleva la alimentación adecuada, es más que probable que todos los requerimientos de minerales y vitaminas estén cubiertos.
Comparando entre marcas, se ha descubierto que, en porcentaje, las galletas que menos azúcares tienen son las “María” de toda la vida y el resto de la composición no está mal teniendo en cuenta que es un producto comercial y que podemos encontrar ciertos ingredientes “poco recomendables” como puede ser el caso de las grasas vegetales, especialmente la de palma.
Por tanto y como conclusión, mi consejo para estos desayunos, medias mañanas y/o meriendas es intentar jugar con todas las opciones de las que contamos para estos momentos, que no son pocas; no olvidarnos de las frutas, de los bocadillos, de los bollos y las galletas que podemos hacer en casa, en el fin de semana por ejemplo, e ir combinándolo a lo largo de la semana, e incluso los zumos o las compotas también, con esto conocemos los ingredientes utilizados y son grandes oportunidades para pasar un buen rato con los peques y disfrutar de los alimentos. A pesar de esto, aunque hagamos caseros los bollos, bizcochos y demás dulces, recordar que son alimentos para consumir ocasionalmente y no todos los días, por mucho que sean “más sanos” que los comerciales.
Todas las opciones pueden entrar dentro de una alimentación equilibrada, así ni ellos ni nosotros nos vamos a aburrir del mismo plan todos los días y es como mejor se disfruta de una alimentación saludable.
Con esto me despido, nos vemos en el próximo post :)
Realizado por Tamara Valencia Dueñas
Fuentes
Eroski consumer
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