El área afectada, la pelvis, es el punto central del cuerpo, es el inicio de la vida, acoge vísceras, huesos, músculos y emociones. Es el lugar del placer y displacer. Por este motivo, siendo la parte más íntima y sensible del cuerpo, cuando es invadida por el dolor, conduce a un sufrimiento emotivo tan importante que a menudo es confundida por problemas psicológicos.
Desde el punto de vista biomecánico y postural, la pelvis es el centro en la cual se organiza el cuerpo y el nervio Pudendo es el verdadero director que coordina las actividades del área pélvica, la vejiga, el intestino, los órganos genitales. Es quien hace sospechar de un daño nervioso, es la presencia de un dolor agudo, ardor, corriente, punzada, espasmo, tensión, sensación de un cuerpo extraño o de un peso en el recto.
Quien sufre de neuropatía a menudo refiere que el dolor empeora cuando se está sentados por un largo tiempo o se hace insoportable, si se utilizan asientos rígidos; el dolor puede empeorar después de orinar o defecar, mientras por lo general se alivia de pie o acostados. A menudo comienza con síntomas confundidos con cistitis, prostatitis, vulvodinia, etc.
Diagnóstico, causas y tratamiento
El diagnóstico de neuropatía del Pudendo es la clave para acertar la funcionalidad de los nervios y aclarar el origen del dolor. La única prueba que permite hacer un diagnóstico de neuropatía del nervio Pudendo es el estudio Neurofisiológico pélvico-perineal, una prueba de diagnóstico neurológico que permite hacer un mapa neurológico de toda el área pélvica o perineal inervada: por el examen podemos entender si el nervio o ambos están lesionados, y en qué punto del cuerpo están sufriendo, cual es la causa del sufrimiento y sobre todo si pueden recuperar su normal funcionamiento.
El diagnóstico es indispensable para poder decidir el curso del tratamiento, que en algunos casos podrá incluir el utilizo de fármacos para acompañar la terapia. En muchos casos, los nervios están estirados en su recorrido debido a problemas relacionados a la columna vertebral, el sacro, el coxis y los músculos pélvicos. Las causas directas pueden ser los traumas más o menos graves, de los micro traumatismos repetidos (por ejemplo, el contacto con el sillín de la bicicleta en los ciclistas), a fracturas de la pelvis o el sacro o coxis (por ejemplo, después de caer de culo), o las consecuencias de una cirugía abdominal (rectal, ginecológica...).
Con demasiada frecuencia, sin embargo, se subestiman las causas indirectas, posturales, que han modificado la estructura biomecánica del área pélvica, alterando las relaciones entre columna vertebral, huesos músculos y nervios provocando el estiramiento o atrapamiento del nervio. La necesidad de la cirugía es un camino sin vuelta atrás, que puede ser evitada en muchísimos casos, como puede ser evitada la dependencia de los fármacos.
Excluyendo los casos en que hace acto de presencia una fibrosis crónica, se puede restablecer el correcto funcionamiento del área pélvica y perineal optimizando la estructura postural y etc. La mejor estrategia terapéutica es la neuroplasticidad: un mecanismo que consiente plasmar y repristinar las funciones correctas del área pélvica. No solo a través de ejercicios, maniobras personalizadas, técnicas posturo- respiratorias o de reeducación pélvico-perineal pero también por reacondicionamiento del movimiento o nutrición personalizada y experiencia de verbalización del sufrimiento, para poder así potenciar los recursos para volver a descubrir la alegría del cuerpo.