Relataban los más ancianos del lugar que desde tiempos inmemorables y muy cercanos al nacimiento de la humanidad, habitaba en alguna parte del mundo una joven muy especial, una privilegiada que era conocedora
del mayor enigma del hombre; el origen del universo.
Se decía, que el mismísimo Trísus, dios del comienzo, habría honrado a los habitantes de la tierra con la inmortalidad a cambio del silencio de la joven.
La desconocida chica guardó durante años ese secreto inconfesable, pero el día que nació su primera hija ocurrió algo muy desconcertante, le llegaron noticias de personas que habían fallecido o que estaban enfermando gravemente. La chica no salía de su asombro, no comprendía lo que ocurría, jamas contó a ninguna persona su secreto pero al parecer el pacto con los dioses había finalizado.
Pasaron los años, y las muertes evidenciaban más que nunca que la inmortalidad, gozada en años atrás había desaparecido por completo. Cinco años después del nacimiento de su hija, la joven falleció de una grave enfermedad, murió con la tristeza de no haber escuchado jamás ni una sola palabra de la boca de su hija, que desde el día de su nacimiento nunca habló.
Cuenta la historia que la joven desveló el secreto a su hija mientras ésta aún estaba en su vientre, y que Trísus lo tomó cómo una traición y por eso castigó a su hija privándola de su voz, así como deshizo a la humanidad de su inmortalidad.
Es por ello, que en tiempos primordiales se tendía a mitificar a personas con problemas de mutismo, ya que se decía que éstas personas eran guardianes elegidos por Trísus para salvaguardar los secretos del origen del universo, los cuales habían sido despojados de sus voces para evitarles que fueran desleales.
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