Efélides: las populares pecas, que se acentúan más en verano y en cambio en invierno se atenúan. Su origen es genético.
Melasmas: su origen está en desórdenes hormonales. Suelen aparecer en el rostro y al igual que las pecas, en verano son más visibles.
Léntigos: estas son las manchas típicas de la edad. Una vida de exposición al sol y quemaduras solares, provoca que a partir de los 60 años aparezcan estas manchas.
Hipercromías: este tipo de manchas son consecuencia de un desequilibrio de la melanina en pieles con lesiones provocadas por afecciones como el acné, dermatitis atópica, etc…
Nevus: los nevus son los conocidos y temidos lunares, ya que pueden acabar convirtiéndose en melanomas.
Vitíligos: estas manchas son blanquecinas y con una forma simétrica. Tienen un origen autoinmune.
Para evitar que aparezcan la mejor arma que tenemos a nuestro alcance es la prevención no sólo en verano, durante todo el año, Evitar una exposición prolongada al sol es fundamental, así como preparar nuestra piel para ello.
Existen diferentes tratamientos para las manchas de la piel, desde cosméticos hasta tratamientos con láser. Los peelings despigmentantes ofrecen muy buen resultado. Dependiendo del tipo de manchas que tengamos podremos optar por unos u otros. Y no olvidéis ante cualquier alteración acudir a vuestro dermatólogo.
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