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por Pablo Rego | En un mundo en el que la competencia es alimentada como estilo de vida, erguiéndose en algo fundamental para tener éxito, las personas creamos una mentalidad tan fuerte al respecto, que relajarse un rato para descansar de ello puede llegar a parecer una tarea imposible.
La competencia es un concepto contrario al correcto desarrollo de las cualidades más valiosas y espirituales del Ser, ya que no se pueden desconocer aspectos como las emociones, sensaciones o sentimientos en la búsqueda de la realización personal, que es algo superior a la idea de “éxito” o “fracaso”
Muchas personas que pasan por la práctica de Yoga tienen como mayor dificultad el hecho de no encontrar competidores que superar, teniendo en cuenta que nunca debe ser ese el rol de un instructor y que cualquier idea de exposición vanidosa o manifestación acrobática debe ser considerada como algo superficial y fuera del espíritu del Yoga. Muchos se dejan llevar por la idea del propio fracaso cuando prestan más atención al “nivel” de práctica de los otros que a lo que está ocurriendo en el propio interior.
En la práctica de Yoga es fundamental “soltar la mente”, lo que no significa necesariamente dejar de pensar sino, más bien, liberarse de las cadenas que nos atan a los pensamientos. La competencia es un concepto mental forjado desde la infancia y durante todo el tiempo de formación en las escuelas y que nos impulsa a superar al otro o, en ocasiones, a uno mismo en aspectos como el rendimiento o el cumplimiento de objetivos.
Tolerancia y aceptación.
Para permitirse dejar de competir es necesario comprender que las circunstancias particulares cuentan al momento de desarrollarnos completamente como seres. Reprimir o negar las emociones o la propia forma de percibir el mundo, cosa que nos enseñan desde pequeños a minimizar de cara al éxito, es lo que termina volviéndose en nuestra contra al pulsar luego con fuerza como una necesidad imperiosa de expresarnos completa y humanamente.
Desconocer los aspectos más sutiles y, para la sociedad moderna, menos productivos, termina por crear cuadros de estrés, ataques de pánico o ansiedad, entre otros síndromes y enfermedades cada vez más comunes.
Aceptar y asumir esos aspectos puede resultarnos liberador, sobre todo creando una sensación de que aquello que nos pesa, que debemos esconder, podemos verlo, aceptarlo e incluirlo en las actividades que hacemos cada día, empezando por la sesión de Yoga, manifestándonos más libre y genuinamente.
La relajación empieza por la mente.
Ayudar a comprender a alguien que llega a una clase de Yoga después de años de desarrollar actividades bajo presión -no sólo en el ámbito laboral o profesional sino también en el ámbito personal y familiar- que no es necesario ganarle a nadie y mucho menos estar pendiente de lo que hace el otro o de la perfecta forma de hacer algo para que tenga valor, crea en el interior de ese Ser un verdadero espacio de libertad poco habitual la mayor parte del resto de las actividades.
En la sesión de Yoga se debe promover esa actitud al practicante. Es importante evitar activar la mente y proponer metas a alcanzar ya que sería un error conceptual que, por deformación cultural, los guías de las sesiones de Yoga deben evitar cometer.
Soltar, entregarse al mundo sutil, eliminar los condicionamientos de la mente para poder experimentar de la manera más espontánea posible, es el camino por el cual debe ser transitada la práctica desde el primer día.
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La forma de progresar y atravesar las dificultades.
Con una actitud relajada y sin presiones o tensiones el escenario en el cual se transita la práctica de Yoga es completamente diferente al que impera en los ámbitos en los cuales se realizan la mayoría de las actividades cotidianas.
Sin la presión de llegar a alguna parte, con tolerancia y aceptación, es posible que alguien que comienza a practicar tenga la paciencia de entender cuáles son los límites con los que se enfrenta. Más importante que la forma o el nombre de una postura o ejercicio de Yoga o Pranayama es la actitud al realizar esos ejercicios, la experiencia, la sensación y el clima emocional.
Entrenar los aspectos más sutiles y, en definitiva, más humanos en cada sesión, en cada postura, en cada ejercicio hará que los límites de nuestro Ser (que incluye al cuerpo físico), vayan cambiando y abriendo paso al camino de mejorar en la forma de la práctica.
La relajación mental, permitirse soltar aquellos aspectos que nos condicionan la mayor parte del tiempo, entregarse a la práctica milenaria de Yoga con confianza debe ser el primer paso de todo practicante.
Y aunque muchas veces los practicantes no se permiten ni permiten a los instructores o profesores la oportunidad de ayudarlos a entrar en ese estado, la sesión de Yoga debe tener siempre esa premisa, la de soltar la competencia, liberándose de ese y de la mayoría de los conceptos de la mente.
©Pablo Rego
Profesor de Yoga
Masajista-Teapeuta holístico
Diplomado en Medicina Ayurveda de India