Cuando abrimos la boca no solemos tener mucha dificultad para localizar y distinguir la lengua, las amígdalas o la campana. Pero hay una parte con la que no estamos tan familiarizados. Se trata de esa zona situada en el interior de la boca que une la lengua con el fondo y aquella que está en la parte frontal, entre el labio y la encía superior.
Esa pequeña unión mucosa de una parte suelta a una parte más rígida es el frenillo. Y en la boca tenemos dos tipos principales: el lingual y el labial. El primero asegura la lengua a la base de nuestra boca y el labial conecta el labio superior con el tejido de la encía, justo por encima de los dos dientes frontales.
En la mayoría de los casos, el frenillo (sea del tipo que sea), se desarrolla con normalidad, sin necesidad de que se tenga que hacer ningún tipo de corrección. Pero, en ocasiones, puede haber cierto grado de anomalía. Como cuando el frenillo labial se desarrolla en exceso, lo que provoca que aparezca un espacio entre los dos dientes frontales, o cuando el lingual lo que hace es todo lo contrario, es decir, no se desarrolla lo suficiente y queda corto. ¿Qué ocurre cuando todo esto sucede?
Uno de los principales problemas de tener el frenillo lingual corto, conocido también como anquiloglosia, es que interfiera con la comida y el habla. En bebés, el frenillo lingual corto restringe el movimiento de la lengua. Alguien con un frenillo corto, además de tener dificultad para sacar la lengua, puede tener otros problemas:
En la mayoría de los casos esto no ocasiona problemas. Pero en otros puede ser necesario un procedimiento quirúrgico simple para corregirlo. Uno de ellos es la frenectomía, con o sin anestesia (en bebés menores de seis meses no es necesaria). El procedimiento es simple, rápido y las molestias son mínimas porque el frenillo tiene pocas terminaciones nerviosas o vasos sanguíneos. Tras la intervención, el bebé puede continuar mamando inmediatamente sin problemas.
¿Puede haber complicaciones? Aunque es raro, en ocasiones puede ocurrir que haya sangrado o infección o que el frenillo se vuelva a unir a la base de la lengua. Para evitar esto último suelen prescribirse una serie de ejercicios durante unas semanas.
Otro factor genético que puede alterar la salud bucodental, y que no tiene nada que ver con los hábitos de higiene es la alteración del frenillo labial. Puede ocurrir que este sea o demasiado largo o muy corto. En el caso de Frenillo labial más largo de lo habitual (hipertrofia), puede ocurrir que el frenillo labial superior sea muy largo y esto impide que los incisivos superiores se junten.
Lo que sucede es que el tejido se introduce entre los dos dientes. Esto provoca lo que visualmente es muy evidente: un gran espacio entre estos dos dientes (diastema interincisal). Los principales problemas que suelen derivar son, además del estético:
En la mayoría de los casos, esto se resuelve por sí solo, con la presión que ejercen los incisivos laterales y los caninos cuando salen.
En el caso del frenillo labial superior corto, al contrario que el anterior, la membrana que sirve de unión entre el labio superior y la encía es más corta de lo normal. Esto puede conllevar problemas como:
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Original:Frenillos bucales, ¿qué son y qué problemas llevan asociados?
Tags: bienestar