El término regulación emocional se utiliza para designar todos aquellos procesos que tienen la función de cambiar cualquier emoción, sea esta positiva o negativa (Etxebarria, 2002).
Hay autores que defienden que, en general, sí se puede afirmar que hay estrategias de regulación emocional más adecuadas que otras. Así, algunos sostienen que lo ideal es que la persona disponga de un amplio repertorio de estrategias de regulación emocional, principalmente estrategias de resolución de problemas y de apoyo social, mientras que la evitación y la negación serían dos estrategias de afrontamiento poco adaptativas y, por tanto, no recomendables.
Formas de regulación emocional sanas:
Así , Carver, Scheier y Weintraub (1989) defienden que pueden considerarse formas de regulación emocional sanas:
el afrontamiento activo
la planificación
la supresión de actividades competitivas
la contención,
la reinterpretación positiva
la búsqueda de apoyo social
Formas de regulación emocional no tan eficaces:
Por el contrario tendrían un valor más dudoso:
la negación
el desenganche conductual
el desenganche mental
el centrarse en la propias emociones y airearlas
el recurrir al alcohol y las drogas como forma de desenganche
Sin embargo otros autores (p. ej., Etxebarria, 2002; Frijda, 1986), defienden que la eficacia e idoneidad de una determinada estrategia de regulación emocional debe valorarse teniendo en cuenta el contexto en que se produce. Así, muchas estrategias de regulación emocional pueden ser beneficiosas para determinadas personas en ciertas situaciones, y perjudiciales para otras o para esas mismas personas en otras situaciones.
De este modo para saber si en una situación determinada una estrategia de regulación emocional es más adecuada que otra, habría que valorar las funciones que desempeñan dichas estrategias, ver si se consiguen resultados positivos o negativos mediante dichas estrategias (Etxebarria, 2002; Frijda, 1986; Koole, 2010).
Reciente estudio centrado en emociones negativas
En el reciente estudio de Pascual, A., Conejero, S. y Etxebarria, I. (2016), centrado en emociones negativas, se propusieron los citados autores analizar en qué medida las diferentes estrategias de afrontamiento de la ansiedad se asocian a tres índices de salud:
en qué medida logran que disminuya la ansiedad
logran que la persona quede satisfecha consigo misma
logran que mejore la relación con otras personas.
En dicho estudio participaron 762 adolescentes (50.78 % varones y 49.21 % mujeres) de varios institutos del País Vasco, de edades comprendidas entre los 16 y los 18 años.
Para evaluar las estrategias de afrontamiento, se utilizó una adaptación del Responses to Stress Questionnaire (Connor-Smith, Compas, Wadsworth, Thomsen y Saltzman, 2000). Dicha versión constaba de 47 ítems agrupados en las siguientes escalas: Resolución de problemas, Regulación emocional, Expresión emocional, Pensamiento positivo, Reestructuración cognitiva, Distracción, Aceptación, Evitación, Negación, Ilusión, Rumiación, Inacción y Escape. A los participantes se les pedía que pensasen en una situación habitual de ansiedad y que, a continuación, indicasen, en una escala de 4 puntos, con qué frecuencia (1 = nunca, 4 = muchas veces) actúan de la forma que indica cada ítem.
Por otra parte, para evaluar si las estrategias de afrontamiento resultan adecuadas o inadecuadas, se realizaron varias preguntas relativas a los 3 índices mencionados (escalas de 5 puntos):
“¿Logras que disminuya la ansiedad?, ¿en qué medida?”
“¿Logras quedarte satisfecho/a contigo mismo/a?, ¿en qué medida?”
“¿Logras mejorar la relación con otras personas? ¿En qué medida?”
Los resultados:
Estos fueron consistentes con lo señalado por autores como Carver et al. (1989), ya que fueron las estrategias de afrontamiento más activas y resolutivas, que implican una reinterpretación positiva de la situación las que correlacionaron de forma significativa y positiva con los tres índices antes mencionados:
la resolución de problemas
la regulación emocional
la expresión emocional
el pensamiento positivo
la reestructuración cognitiva
la distracción
la aceptación
Por otra parte, fueron las estrategias más pasivas o que implican centrarse demasiado en las propias emociones las que correlacionaron de forma significativa y negativa con los tres índices señalados:
evitación
negación
ilusión
rumiación
inacción
escape
Conclusión
Con estos resultados los autores del estudio concluyen que, en general, puede hablarse de estrategias de regulación emocional más adecuadas que otras. No obstante, no podemos olvidar la idea antes señalada de que la adecuación o no de una determinada estrategia siempre va a depender, en último término, de la persona y del contexto concreto. Además los autores consideran que sería interesante que estos datos se tuvieran en cuenta tanto en la educación de los/as jóvenes, como a nivel terapéutico.
El artículo completo puede encontrarse en la Revista Ansiedad y Estrés:
Pascual, A., Conejero, S. y Etxebarria, I. (2016). Coping strategies and emotion regulation in adolescents: Adequacy and gender differences. Ansiedad y Estrés, 22(1), 1-4.
Miguel A. Rizaldos Lamoca
Psicólogo Clínico. Psicólogo online
Tratamiento psicológico online
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