En los siguientes capítulos vamos a analizar las dietas al uso, con una mirada racional
sobre ellas. También veremos otros sistemas para adelgazar, como lo son los fármacos, el balón intragástrico, la liposucción y el ejercicio. Así sabrás cuándo te quieren engañar y cuándo es realmente posible usarlos para adelgazar.
Dietas que excluyen nutrientes
Dietas sin mezclas de nutrientes
Dietas basadas en principios ideológicos
Dietas a base de barritas, sobres y batidos
Dietas con motivación de grupo
Dietas con ayudas naturales
La tentación del adelgazamiento fácil siempre está ahí, y la esperanza de que se descubra algo para adelgazar sin esfuerzo lleva a probar casi todo. Ahí radica el éxito de las llamadas "dietas milagro", que ni hacen milagros ni son dietas adecuadas. Aunque siempre hay gente —y mucha— dispuesta a probarlas. Son personas que, íntimamente, piensan igual que esa compañera mía que decía: "Antes muerta que gorda".
La sopa quemagrasa
La lucha contra la grasa tuvo su máximo representante en una sopa que estuvo muy de moda. No es que fuera nociva, ni mucho menos. La gran mayoría de la población la conoce. Es un puré de repollo, apio y cebolla, que hay que comer durante una semana. Y te promete adelgazar ¡hasta siete kilos!
Hay que reconocer que, en el fondo, quien quiere adelgazar, por lo general, sabe cómo hacerlo. Pero le atrapa la tentación de lograrlo sin esfuerzo, sobre todo cuando se encuentra con alguien que ha perdido unos kilos y comenta: "Sé de un régimen a base de…", y en esos puntos suspensivos pueden ponerse plátanos, cebollas, patatas o sopa de repollo.
Esta mal llamada sopa quemagrasa se basa en que tienes que comer todos los días —de los ocho que dura el régimen— esa sopa al menos
una vez. El primer día se come la sopa y fruta; el segundo, la sopa y verduras; el tercero, la sopa, verduras y fruta; el cuarto, la sopa y plátanos (porque se supone que falta potasio); el quinto, la sopa y algo de carne; el sexto, la sopa y arroz integral, y el último día, la sopa y toda la carne que se quiera. Más o menos, así es esa dieta. El resultado —dice la información que circula- es un adelgazamiento de hasta siete kilos. La realidad es que se adelgaza de dos a tres.
Una vez más, se crea la confusión entre perder peso y adelgazar. Pero no es lo mismo, porque la verdad es que esta dieta es sumamente diurética y lo que al final se pierde es agua.
El profesor Juan Pedro Marañés, especialista en endocrinología, nutrición y diabetes, nos decía que se trata de una sopa que es aceptable siempre que se condimente bien. Pero es que la sopa no tiene relación con las recomendaciones que después se hacen y que no tienen base científica alguna. El hecho de prohibir las bebidas gaseosas o de llevar un orden determinado en los alimentos que pueden añadirse no tiene ninguna explicación racional. Si el plato en cuestión (la sopa) está bien cocinado no tiene ningún inconveniente, porque es una sopa o un puré de repollo, como podría serlo de pescado. Es muy probable además que, al no llevar añadida ninguna cantidad de hidratos de carbono ni grasa, permita una ingesta calórica menor que la habitual. Como además tiene alguna acción diurética, puede permitir adelgazar algún kilo. Pero una dieta así se mantiene mal y, desde luego, muy poco tiempo.
Lo que los especialistas en nutrición rechazan plenamente es que pueda difundirse como dieta milagrosa, porque da lugar a que algunas personas puedan caer en poco tiempo en un auténtico déficit de calorías, de proteínas y de todo tipo de nutrientes.
La dieta de las pastillas "homeopáticas"
Otra dieta que estuvo muy en boga y que de vez en cuando vuelve a cobrar vigencia es la de esas píldoras que se intenta identificar con la homeopatía, aunque nada tienen que ver con ese tipo de terapia. Son pastillas grandes que deben tomarse a horas fijas. Se venden como fórmula magistral —son preparadas por el farmacéutico o bajo su dirección— y pueden ser peligrosas. Prácticamente no hace falta una dieta, basta con las pastillas.
En el Boletín de información terapéutica que edita el Ministerio de Sanidad español se publicó un informe sobre estas pastillas que nos parece del mayor interés.
Se indica allí cuáles son los componentes de las pastillas que suelen aparecer en el envase por sus nombres latinos o franceses. Son estos:
Componentes de pastillas para adelgazar
Polvos de extractos de órganos. Suelen ser de hipotálamo, hipófisis y páncreas; a modo de ejemplo, el boletín del ministerio indica que algunas de ellas, como las hipofisarias, se inactivan al ser ingeridas.
Polvo de páncreas de oveja o de vaca. Para tener algún efecto sobre la digestión tendría que estar presente en buena cantidad, lo que no ocurre. Y además no tiene ninguna utilidad en el tratamiento de la obesidad.
Polvo de tiroides. Suele ser polvo de hormona tiroidea de cerdo. La función tiroidea acostumbra a ser normal en muchos obesos y puede alterar el ritmo cardíaco. No es aconsejable aportar estas hormonas para controlar el peso, porque cuando proporcionamos externamente hormona tioridea, la glándula deja de funcionar y de producirla, Eso hace que cuando se suspende la ingestión de la hormona, la glándula tarde en reaccionar, no actúa, y, entonces, engordamos.
Extractos vegetales. Por ejemplo, de fumaria, aunque no hay ninguna prueba de que sean útiles.
Sedantes. Como estas pastillas tienen inhibidores del apetito con componentes de anfetaminas, que producen nerviosismo, se trata de proporcionar sedantes para evitarlo. Pueden llegar a crear dependencia y tolerancia.
Anorexígenos. Quitan el apetito con componentes anfetamínicos y al mismo tiempo excitan. Para evitar esa excitación se aportan sedantes, de manera que el sistema nervioso central está sometido a dos fármacos que
le afectan en sentido opuesto.
Diuréticos y laxantes. Y por si fuera poco, para completar el cuadro se proporcionan diuréticos (cuando lo que se busca es perder grasa, no agua) y laxantes, de manera que se fuerza la maquinaria digestiva.
Como se puede comprobar, se trata de un cóctel farmacológico contraindicado, que no debe ser prescrito ni dispensado. Estas pastillas tuvieron una enorme polémica. Comenzaron como fórmula magistral, y su éxito fue tan grande que se llegaron a fabricar de manera industrial. El Ministerio de Sanidad tuvo que intervenir de manera directa y cerrar el laboratorio fabricante porque al parecer el contenido de las pastillas no coincidía con lo que decía la formulación de los envases. Las pastillas eran peligrosas.