Una vida humana parece presentar, tres grandes fases características, cada una con su propia atmósfera, como los capítulos de una buena telenovela.
La antroposofía se divide en ciclos de 7 años, los tres primeros septenios desde el nacimiento hasta los 7, de los 7 a los 14 y de los 14 a los 21. En el primer ciclo se intenta completar la formación en un ambiente acogedor hasta que entra en la edad adulta. La pérdida de los dientes de leche se considera un signo visible de esta transformación interior, y marca el momento en que, según la antroposfía, el niño se halla plenamente preparado para la vida escolar. El segundo ciclo de 7 años viene marcado por la pubertad y da lugar a la madurez sexual, mientras que el tercero lleva a la madurez social, cuando el joven se siente plenamente adulto.
De los 21 a los 28 se desarrolla la sensibilidad, el autodominio y la autoafirmación creativa. Comienza el segundo ciclo de tres septenios en torno al eje de la vida social y laboral. Es alrededor de los 28 años cuando muchos autores y creadores se estrenan con su primer obra.
De los 28 a los 35 se desarrolla una fase vital clave. Según las biografías tradicionales, es a los 35 cuando BUDA alcanzó la iluminación, y una edad semejante tendría JESUSCRISTO en el momento en que su vida culmina y acaba. DANTE ALIGHIERI inicia la Divina Comedia afirmando que se halla, a los 35 años, en medio del camino de su vida. Si en la primera mitad de la vida nos centramos en formarnos, en la segunda mitad surge el impulso de darnos al mundo a través de nuestra vocación o de nuestro rol familiar.
A partir de los 40 años experimentamos la existencia plenamente madura y desarrollada. << La vida empieza a los cuarenta>> se dice a veces, no sin razón, aunque ello a veces conlleva encontrar nuevas motivaciones. Luego el arco vital empieza a curvarse hacia abajo, nos toca ir alejándonos del mundo externo para profundizar en nuestro propio interior.
Cada fase tiene su propia luz. El niño no es un adulto en miniatura y el anciano no es un adulto averiado. En el niño predominan la expectación y el descubrimiento; en el anciano, el recuerdo y la profundización. Ser consciente de cómo se conforman los capítulos de nuestra sinfonía vital es una valiosa forma de autoconocimiento.
LOS TRES GRANDES CICLOS:
CUERPO: Del nacimiento hasta los 21.
ALMA: Desde los 21 hasta los 42 años.
ESPÍRITU: Desde los 42 años hasta los 63 años.
Maravilloso articulo de: JORDI PIGEM