Lo que sí es cierto es que la realidad de la vitamina C es indispensable para nuestro organismo, ya que ayuda al mantenimiento de los tejidos, ayuda a las defensas del cuerpo y previene contra enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, también hay muchas falsedades en torno a esta vitamina y rumores a los que no hacemos caso, y resulta que son verdad.
Un ejemplo de la realidad de la vitamina C, es que, si bien es cierto que si no tapamos el zumo de naranja o no lo consumimos con rapidez pierde la vitamina C. La C es un tipo de vitamina hidrosoluble, es decir, que no se almacena en un alimento (sobre todo en líquidos) durante mucho tiempo. Además, su exposición a la luz también provoca su desaparición.
Al desaparecer tan rápidamente de los alimentos, e incluso, de nuestro propio cuerpo, es esencial administrarla diariamente. Un simple vaso de zumo al día puede otorgarnos la dosis de vitamina C que necesitamos. No obstante, un exceso de vitamina C puede provocar ataques agudos de gota, cálculos renales, o daño en cartílagos y huesos.
Se ha demostrado que una dieta rica en alimentos con vitamina C (cítricos, verduras...) combate el envejecimiento de la piel, ya que esta vitamina regula el colágeno. Pero, a pesar de que representa una gran ayuda para el sistema inmunológico en caso de gripe o resfriado, no los evita. Tomar grandes cantidades de zumo de naranja no previene contra los constipados. Ayuda a la curación, desde luego, pero no impide que nos contagiemos.
¿Tomas vitamina C a menudo?