Escribo esta entrada en plena ola de calor, en agosto, en un despacho sin aire acondicionado, y solo con el soporte (hoy vital) de un ventilador de techo, más bien regulero, pero podría aplicarse a cualquier otro momento del año, esos días en los que estás TAN cansada, que cuando tienes que trabajar te puede la pereza.
Todas hemos tenido días así, pero podemos hacer pequeños gestos que nos ayuden a que la jornada sea más llevadera:
Recién levantada: date una ducha fría. El frío reduce la tensión y la fatiga, aumenta tu ánimo y memoria, y puede incluso reducir el dolor leve. Y lo más importante: te despierta. ¿No tienes tiempo para una ducha? lávate el rostro con agua fría y bebe -durante el trayecto- agua fría.
En el desayuno: procura comer alimentos que te puedan liberar energía de forma lenta, como los cereales integrales y la fruta. Procura esperar a tomar el café cuando tus niveles de cortisol ya no estén al máximo (puede estar en torno las 9, 9.30 am). El cortisol te hace estar alerta y despierto, y los picos suelen venir entre las 8 y 9 de la mañana. Para no reducir sus efectos, espera a tomar el café a que pasen.
Ponte con tus "MITs" primero (most important things de tu lista, vamos, aquello que hoy debe estar hecho, sin falta). Ponte al comienzo de la jornada con estas tareas, para aprovechar el momento de máxima energía y asegurarte que avanzas en ellas. Las tareas más creativas puedes dejarlas para la tarde, donde tu energía es más baja, pero tu creatividad es, curiosamente, más alta.
Haz descansos, y si es posible, sal a la calle. Toma el aire, estira las piernas. Aunque sea a la puerta de tu lugar de trabajo. Estos pequeños descansos te permiten controlar los niveles de estrés y ansiedad. Si no es posible salir, prueba a poner imágenes de naturaleza en tu ordenador. Dicen que mirar imágenes relajantes, de naturaleza, durante al menos 40 segundos, te permiten enfocarte mejor en tus tareas. Yo no sé si esto es cierto o no, pero por intentarlo, y relajarte unos minutos, no pierdes nada.
Come lejos del ordenador, que implique un cambio (de postura, de sala, de ambiente) para poder desconectar. Y no comas mucho, para que luego el estómago lleno no te de somnolencia
Si tienes la suerte de tener un descanso a medio día, y poder echarte una siesta: hazlo. 15 minutos son más que suficientes para recargar las pilas y poder continuar con el trabajo de la tarde. Si no puedes, tómate otra taza de café, aprovechando que, para estas horas, tus niveles de cortisol volverán a estar bajos.
En la última hora de la jornada, procura dejarte tareas que no te demanden mucha energía, por ejemplo, atender emails, programar la agenda de mañana, preparar contenidos, etc.
Sé que en estos días es duro pero: no procrastines. Cuando evitas esas tareas, durante tanto tiempo, acabas acumulando estrés que te chupa la energía. Ponte con ellas, aunque sea avanzando poco a poco cada día.
Estos pequeños consejos pueden ayudarte a llegar al final de la jornada de forma un poco más productiva, y que no sea un día completamente perdido (en mi trabajo, un día perdido implica el doble de estrés al día siguiente). Prueba a relajarte al llegar a casa, con lo que más te guste o lo que te pida el cuerpo (ejercicio, un rato de sofá, estar con amigos o familia, 10 minutos de meditación o un poco de journaling).
Y si aún así, el día ha sido una pérdida de tiempo y no puedes avanzar, no te castigues. Mañana será otro día.
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