Kado es una forma más de meditar, de descubrir la belleza interior de cada uno y contar nuestra verdad. Nuestros ojos pueden ver detrás de lo visible y nuestros dedos ven al tocar; el cuerpo puede mantener esa postura digna que le hace sentir que también tiene su lugar y nuestra percepción nos ofrece una nueva perspectiva, la de apreciar el mundo...
Nos explicó como el Kado ayuda a mantener la atención, algo tan importante hoy en día en que tenemos distracciones y dispersión continua. Con la práctica del Kado se conjugan Cielo, Terra y Humanidad.
Llama la atención el tremendo respeto que se le confiere a las plantas que se utilizan. Son seres a los que se les da un fin, algo bello en lo que participar, y todo tiene que ser basado en ese respeto. De hecho Juana nos decía que si el cortar una flor para realizar este arte te provoca conflicto, no lo hagas.
La idea es simplemente aprender a disfrutar siendo lo que se es. La felicidad no se encuentra intentando ser otro. Mediante el Kado, en el que realizamos un arreglo floral siguiendo unas sencillas pautas (en este caso no ahondamos en la técnica, sino el porqué), la idea no es demostrar nada a nadie, ni impresionar. Simplemente dejarnos llevar y sentir el momento.
El Kado es, en esencia, una mera herramienta más que nos acerca al mundo de la meditación, de la consciencia, de vivir y sentir el momento presente y de ser nosotros mismos. Y, encima, es muy bonito.