Y nos comenta que lo primero que hay que tener en cuenta respecto a la meditación es que hay un largo camino para acostumbrarse. Uno de los principales errores es que buscamos cambiarnos a nosotros mismos, hasta que descubrimos que sólo se trata de ser amables consigo, aceptarnos.
Si analizamos, pasamos mucho tiempo auto-regañándonos, criticándonos e intentando ser otra persona. Y tenemos que tener claro que si no somos amables con nosotros mismos, de ninguna manera podremos serlo con los demás. Recíprocamente, si tratamos mal a los demás, nos trataremos mal a nosotros mismos. Ten en cuenta que alguien que te pone de los nervios seguramente te ayude a conocerte mejor, a detectar facetas tuyas que se encuentran en una zona ciega y de las que no eres consciente.
Por ello cuando estás en ese proceso, aunque parezca que no se está efectuando ningún cambio en ti, piensa que el cambio más importante llega cuando te aceptas, simplemente. No debemos confundir la aceptación con la indolencia. Que nos aceptemos no quiere decir que no nos tengamos que cuidar ni mejorar. simplemente que debemos aceptar en cada momento nuestro estado. Un extremo en el "cuidarse" viene con las obsesiones (tan habituales hoy en día) con el culto al cuerpo que hace que muchas personas se dejen arrastrar por dietas y gimnasios de manera enfermiza.
También es importante no confundir ser amable con los demás con ser (como dice Mercedes) buenito, es decir, ser un manso. Lo que permite la amabilidad es tener abiertas las vías de comunicación, y no decir sí a todo. A veces, los mejores amigos son los que tienen el valor de decirte no cuando es necesario.
El mero hecho de sentarte a meditar ya es ser amable contigo, ya que implica que sabes qué te está pasando y te da una oportunidad de conocerte. Cuando algo es importante, requiere calma, centrarse en el ahora.
Tuvimos luego un rato de debate. Alguien sugirió que meditar era algo parecido a domarte, pero Mercedes defiende más la postura de que no necesitamos domarnos (que suena a control), sólo ser, conocernos. Continuamente creamos murallas (nuestro ego) para defender una postura, una forma de ser, cuando en realidad estamos cambiando todo el rato.
En definitiva, todo el mundo es bueno. Fluye, sé feliz.