Carmen Vicente explica que alía con sus padres y sus suegros para conseguir este equilibrio en la dieta de la Sabina, su hija, de tres años. "El hecho de que entre semana coma en casa de los abuelos nos abre un abanico de posibilidades con la comida, ya que ellos priorizan las legumbres y el caldo por encima de la carne y el pescado", explica Carmen. Por la noche, la familia Jiménez-Vicente sopa pescado y verdura preferentemente, "y la pizza, la pasta y los bocadillos están reservados para el fin de semana".
Frescos y de temporada
En líneas generales, los especialistas recomiendan fomentar los productos de temporada, ya que cada alimento tiene un momento idóneo para ser consumido, y priorizar -como subraya Roura, escritor de "incinerador de grasa" ( en reducircintura ) - el consumo de alimentos poco procesados, "que nos permitirán disfrutar de productos de calidad y saber exactamente qué ingredientes tenemos los platos que preparamos ".
Los productos frescos son una constante en la dieta de la Sabina, como explica su madre: "En casa siempre consumen productos frescos como pescado, carne, verdura y fruta de temporada, que, además, compramos en el mercado". La pequeña se lo pone "realmente fácil, porque le gusta mucho la fruta, especialmente la sandía, el melón, la uva y el plátano", afirma su madre.
Asimismo, para apreciar los sabores, olores y texturas de los alimentos, es interesante variar las técnicas culinarias y preparar desde sopas y cremas hasta fritos y rebozados, pasando por los hervidos, los guisos y los alimentos hechos al horno, en papillote, a la plancha o crudos. También es importante modificar las presentaciones de los platos para hacerlos más atractivos para los más pequeños. Después de todo, es en la variedad donde está el gusto!
"¡Esto no me gusta!"
Pero no todo el monte es orégano, ya que hay más alimentos de los que pensamos que pueden no gustar a los más pequeños. Hablamos, sobre todo, de las verduras y las legumbres: son imprescindibles para que aportan fibra, vitaminas y minerales esenciales las primeras, e hidratos de carbono, proteína, fibra, hierro, calcio, magnesio, zinc y sodio los segundos. El pescado, que también provoca alguna mueca entre los más pequeños, nos aporta los ácidos grasos esenciales omega 3, que tienen efectos cardiosaludables y antiinflamatorios, proteína de buena calidad y minerales como selenio, yodo, calcio y vitamina D.
A la hora de introducir este tipo de alimentos, las dietistas del Hospital San Juan de Dios Natalia Egea, Marina Masferrer y Lola García recomiendan variar el modo de presentación. "Podemos utilizar especies para decorar los platos o jugar con los colores de los alimentos y poner imaginación para hacerlos atractivos, sobre todo para los más pequeños", apuntan. ¿Algunos ejemplos? Presentar el pescado en forma de brocheta junto con trozos de verdura; hacer una cara de un niño con la judía verde y la patata; poner en una pizza rodajas de tomate o berenjena; mezclar las espinacas en un puré de patata y zanahoria o dentro de una tortilla o croquetas, etc. "También suele funcionar utilizar algún otro alimento que sabemos que gusta a los niños para darle más gusto, como hacer garbanzos o guisantes salteados con trozos de bacon y arroz, espinacas a la catalana, hamburguesa de pescado, etc.", explican El equipo de dietistas de San Juan de Dios.
Por último, explicó a los niños cuál es el origen de los alimentos, dejar que nos acompañen cuando hay que ir a comprar o que aporten su opinión en la planificación de los menús familiares, que experimenten y se ensucien en la cocina -siempre bajo la supervisión de los adultos son, entre otros, pequeños hábitos que posiblemente harán que los niños disfrute más de los alimentos y se atreva a probar otros nuevos.
Padres y madres, el espejo
"La falta de tiempo y las numerosas obligaciones del día a día hacen que los padres y las madres no tengan tiempo de cocinar y preparen comida rápida o recetas sencillas, o compren productos de escaso valor nutricional o elaborados y prefabricados, que dan lugar a una alimentación desequilibrada ", denuncian el equipo de dietistas de San Juan de Dios.
Otro error es hacer que primero cenen los niños y luego los adultos, o elaborar platos completamente diferentes para cada persona. "Hay que recordar que los niños tienden a imitar el comportamiento de los padres, familiares o educadores y que, por tanto, estos son los que educan los hábitos alimentarios de los niños y niñas", se subraya que los niños han de ver que comen lo mismo que los adultos. De esta manera irán copiando y aprendiendo cuáles son los hábitos alimentarios más saludables ".
Durante las cenas en la Sabina la tratamos en la mesa como una personita grande y siempre sopa con nosotros, a la misma hora y comiendo los mismos platos, después de ayudarnos a poner la mesa". La familia aprovecha este rato en común para hablar de cosas que les hayan ocurrido durante el día.
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