Como es evidente, el ejercicio intenso practicado de forma habitual cambia el cuerpo de forma visible, ya sea por reducción de la grasa corporal como por el aumento de la masa muscular. Muchas rutinas de fitness incluyen ejercicios intensivos que ponen nuestro cuerpo al límite y, cada vez son más los que desean lograr una buena musculatura mediante la práctica de ejercicios demoledores. Sin embargo, la cultura fitness es muy reciente en nuestra sociedad y poco se sabía de los efectos del ejercicio intenso a largo plazo, hasta ahora.
Algunas de las cuestiones que preocupaban a los científicos respecto al ejercicio intenso tenían que ver con qué cambios se producen en nuestro metabolismo, si esos cambios son beneficiosos para la salud, y si esas alteraciones metabólicas dependen de la intensidad del ejercicio.
La respuesta arrojada por los expertos como Javi Latorre es que el ejercicio intenso practicado de manera controlada aporta claros beneficios para nuestra salud y nuestra condición física, por lo que, efectivamente, debemos esforzarnos más en nuestras rutinas. Además, algunos estudios han puesto de manifiesto que las personas que caminan a un ritmo rápido tienden a vivir más tiempo que aquellos que se mueven a un ritmo más tranquilo, incluso si su gasto energético global es similar.
Pero, ¿por qué? La clave está en las catecolaminas, es decir, biomoléculas como la adrenalina y la norepinefrina que se liberan cuando se practica ejercicio muy intenso. Estas moléculas son las responsables de activar respuestas fisiológicas de alarma en nuestro organismo, incrementando el ritmo cardíaco y cebando los músculos, preparando nuestro organismo para la fuga o la batalla. Afectan al uso del azúcar y de los ácidos grasos durante momentos de estrés, lo cual parece tener un impacto en cuestiones de salud como la resistencia a la insulina. Por otra parte, el agotamiento producido durante la práctica de ejercicio intenso actúa como una señal de alarma en nuestro organismo, por lo que nuestro cuerpo activa la liberación de catecolaminas, las cuales mejoran la función muscular por lo que, a largo plazo, se obtienen unos músculos más grandes y fuertes. Estos estudios confirman que, independientemente de que el gasto calórico total sea mayor o menor, el ejercicio altamente intenso mejora las cualidades musculares en mayor medida que el ejercicio moderado.
Lo que cabe preguntarse ahora es qué se considera exactamente ‘ejercicio intenso’ y cómo debe practicarse. Pues la respuesta es ambigua, ya que cada persona tiene sus límites en un momento dado y existen numerosos condicionantes que pueden afectar a su rendimiento. La clave está en salir de la ‘zona de confort’ del cuerpo, la cual es diferente para cada persona y para cada tipo de ejercicio o entrenamiento específico. Por ello, lo más sano e inteligente a la hora de poner nuestro cuerpo a prueba es contar siempre con la ayuda de profesionales con experiencia en entrenamientos intensivos. Los sobreesfuerzos pueden producir lesiones graves y el agotamiento no controlado puede afectar de manera muy negativa a nuestro metabolismo. Por ello debemos contar con asesoramiento para el ejercicio físico, pero también para establecer una nutrición y unos hábitos acordes a las necesidades en cada momento.
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