En España, según los datos del Estudio Di@bet.es, la diabetes mellitus afecta ya al 14% de la población. De ellos, se estima que aproximadamente un 40% podría tener un mal control de la diabetes, una cifra demasiado alarmante.
La presencia de altos niveles de glucosa que definen a la diabetes tipo 2 (hiperglucemia) en raras ocasiones se da de forma aislada, sino que suelen ir acompañados de exceso de peso, lo que favorece el aumento de los niveles de presión arterial y la aparición de hipercolesterolemia. Esto dificulta el control de la diabetes, ya que la obesidad, principalmente la abdominal, origina resistencia a la acción de la insulina e impacta en estos otros aspectos metabólicos dando lugar al Síndrome Metabólico. Por este motivo, es necesario controlar también estos factores, y no sólo la glucosa, para evitar la progresión de la enfermedad y prevenir la aparición de complicaciones.
La hiperglucemia crónica, incluso en ausencia de síntomas, conlleva lesiones en múltiples tejidos, entre ellos, en la retina, los riñones y el sistema cardiovascular. No controlar los niveles altos de glucosa en sangre puede provocar lesiones a nivel cardíaco (angina e infarto de miocardio), renal (insuficiencia renal y diálisis), oftalmológico (retinopatía diabética y ceguera), cerebral (ictus) y de las extremidades inferiores (amputaciones), que son los más conocidos, y a la vez temidos por la población general, y por los diabéticos en particular.
En este sentido, la nefropatía diabética es una de las principales complicaciones de la diabetes, pero además, es la primera causa de fallo renal en los países desarrollados: entre un 10 y un 20% de las personas que sufren diabetes muere por este motivo. Asimismo, las personas con diabetes tienen entre 15 y 40 veces más riesgo de sufrir una amputación de extremidades inferiores.
Ante este escenario es preciso un enfoque diferente en el tratamiento, que no se base sólo en el control la glucemia mediante fármacos que estimulen la actividad del páncreas, sino que aborde la patología desde la raíz, teniendo en cuenta otros factores de riesgo que acompañan a la enfermedad como el peso o la presión arterial.
Imagen: AlishaV/Flickr