Consumir alcohol afecta negativamente la función principal del neurotransmisor ácido gamma aminobutírico (GABA), el cual ayuda a disminuir la sobreexcitación. A su vez, el consumo de bebidas alcohólicas favorece la aparición de trastornos en el sueño, como el insomnio por las noches y la somnolencia durante el día.
También, tomar bebidas alcohólicas relaja tu faringe, aumentando la posibilidad de que sufras de apnea obstructiva del sueño. Por otro lado, tus ciclos de sueño se verán constantemente interrumpidos, pues las bebidas alcohólicas inhiben la producción nocturna de la hormona antidiurética, por lo que pasarás la noche levantándote para orinar.
Se dice que el alcohol es un supresor de la fase REM, así que cuanto más bebemos, menos profundo será el sueño. El sueño REM es el que se produce aproximadamente una hora y media después de dormirse y nos permite despertar de forma óptima, mantenernos alerta y tener buena capacidad de aprendizaje.
La fase previa a este sueño profundo es la del Movimiento Ocular Rápido (MOR), la cual se ve interrumpida por el alcohol en el organismo.
Esto quiere decir que a pesar de que la persona sienta que luego de tomar cae en un sueño profundo, en realidad sólo entra en la fase MOR después que el cuerpo sintetizó lo consumido.
El alcohol y el insomnio en cualquiera de sus formas representan una amenaza para la salud en general, disminuye la capacidad de respuesta para las tareas del día a día e impide que el cuerpo renueve las energías necesarias.