La creencia popular de que ahorra sólo quien hace frente a facturas es un mito que dista mucho de la realidad económica que estamos atravesando ahora mismo en nuestro país, y en la mayor parte del planeta.
La crisis ha incentivado a la gente a ser más comprometida, porque ya no constituye una recomendación ser cautos con el dinero, sino una obligación en toda regla. En las familias, los gastos se multiplican. Alimentación, educación, gastos de la casa e inversiones extra son el pan de cada día para padres e hijos que intentan hacer frente a la crisis diariamente.
Hacerse a la idea
Las palabras crisis o déficit están por todas partes y son utilizadas en todos los contextos. Si hace algunos meses te costaba especialmente explicarle a tus hijos pequeños lo que significa algo tan complejo como la crisis económica, hoy en día no hace falta detenerse demasiado en la teoría, pues el día a día y la democratización del término hacen que todo el mundo esté, sin quererlo, familiarizado con él y sea consciente de lo que supone.
En las televisiones, radios, en internet, en la calle y los mercados, en las conversaciones con nuestros amigos…la crisis está presente en todas y cada una de las facetas y estratos sociales, y esta circunstancia te inhibe de detenerte en explicaciones. Pasa directamente a la práctica.
Recortar gastos
Parece una frase hecha pero es una de esas medidas de urgencia que acaban por notarse al pasar por caja en un supermercado o a final de mes, revisando las facturas.
Con la llegada del buen tiempo, nos estamos ahorrando los gastos de calefacción que este invierno nos han dejado ‘en números rojos’ debido al terrible frio que hemos pasado en casi toda la geografía española. !Menudo invierno helador!Se trata de un gasto, que casi sin querer va a desaparecer por unos meses de nuestras cuentas de la casa y cuyo dinero podemos ahorrar o invertir en algo que nos haga mayor falta.
?Iremos de vacaciones este año?
Tus hijos ya te habrán hecho una pregunta parecida, pues se acerca el calor, estamos en pleno mes de mayo, y el colegio está a punto de finalizar. Las tardes de verano se acercan y los pequeños necesitan creer en lo magnífico de su tiempo libre.
Si este verano no podéis ir a la playa, hacedles ver que quedarse en la ciudad no es tan malo. Hay multitud de planes diseñados para padres e hijos dentro de los grandes núcleos urbanos. Aunque las oportunidades de ocio se incrementan según el punto geográfico donde estemos, en los pueblos y barrios pequeños también hay cosas que hacer.
Siempre hay parques, ríos, piscinas y lugares de ocio donde pasar agradables veladas veraniegas. Por no hablar de parques temáticos a los que se puede ir en coche a pasar el día, o de los diferentes cines y espectáculos disponibles en las guías.
Picar algo, en casa
Lo malo del buen tiempo, desde el punto de vista económico y más ahora con la crisis es que siempre estamos tentados a gastar más en comidas, bebidas y aperitivos. Las cañas del mediodía, en las que aparentemente no te gastas mucho, pueden suponer a final de mes una cuantía considerable que podrías haber invertido en algo estrictamente necesario.
Así ocurre con los pinchos, las tapas y las chucherías que en verano tomamos a deshora, y que, además de suponer un agravante para nuestra dieta sana, tan presente en este tiempo, nos hacen un agujero en el bolsillo.
Por ello, te animamos a esperar a llegar a casa para preparar algo a tu gusto y al de tu familia, o bien salir a la calle con algunos tentempiés en el bolso. Unos frutos secos, un bocadillo por si os entra hambre o uno de esos snacks para picar entre horas, pueden ayudarte a aguantar el tirón de la ‘gula’ hasta llegar a casa.
Malos tiempos para todos
Concienciarnos de que no hay dinero para extras es el primer paso para superar este trago. La fuerza y la unión de toda la familia, siguiendo algunas pautas como las que te hemos dado pueden ayudarte bastante para ahorrar ese dinero extra que ahora viene tan bien tener a mano por si ‘la cosa va a peor’.
La típica ‘hucha del cerdo’ puede ser una simpática excusa para ir guardando monedas, cada vez que nos sobren después de hacer la compra. Motiva a tus hijos a que la ‘cuiden’ como si de una mascota se tratara. A través de algo tan básico puedes conseguir que ahorren y se den cuenta de la importancia de no despilfarrar el dinero.
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