Hay que saber diferenciar un momento de estrés, confusión y miedo de un momento radical.
Una persona a la que amo, esta pasando por un momento muy triste.
Sin razón alguna, la han abandonado.
De verdad que no se lo merece, doy fe con conocimiento de causa que es un ser humano bueno, noble, con grandes valores, siempre con una gran sonrisa, al pendiente de su hermosa familia y de todos quienes le rodean.
Es de esas personas que donde este brilla con una luz hermosa y cubre a los presentes a su alrededor con la misma.
Siempre ayuda y da su punto de vista imparcial sin dejar de ser amoroso.
Después de un gran evento personal y familiar, donde debió de reinar la bienvenida, el amor y la comunión entre todos, sobre todo alegría y festejo, se marco lamentablemente con malos entendidos, discordia, silencio, ausentismo y dolor.
Hay lagrimas, hay confusión, no existe la más mínima compasión hacia el ser humano, hacia la familia.
Nadie sabe, nadie comprende, nadie juzga, pero tampoco nadie justifica.
Cuando realmente te importa y amas a una persona, luchas contra el mundo, vences todos los obstáculos y permaneces donde está realmente tu corazón, donde perteneces, donde esta tu familia, donde formaste un hogar.
Perdonas lo que tienes que perdonar.
Donde esta tu sangre y diste raíces, ahí es donde debes dormir para que tu alma descanse.
Un mal momento no es razón para un abandono tan frío y en silencio, solo es un momento que ya paso.
La soberbia envenena el alma y lastima a los más pequeños, a los inocentes.
Todos valen muchísimo, no se dejen perder por miedo.
La ausencia va debilitando las cadenas al corazón hasta que se rompen y cuando esto pasa, llega la resignación, el olvido...y también llega el resentimiento, como consecuencia, el amor tan grande comienza a morir en todos, no hay que dejar que se llegue a este momento tan triste cuando se puede tener todo de nuevo en las manos.
Con un poco de voluntad se arregla hasta la mas grande ofensa.
La unión familiar es lo mas valioso, es un regalo del cielo.
Amor, paz, respeto, aceptación, conciliación, comunicación, acercamiento, es lo único que se necesita para vivir como Dios manda, como Dios te bendice.
A los 40 observo que entre tanto amor hay un mar de confusión, pero aún se puede rescatar y pescar lo que es propio, lo que uno formo durante tantos años, donde se ha amado siempre de forma fiel e incondicional.