Apatía es desgana, pasividad, desmotivación, indiferencia hacia algo o alguien en particular o hacia todo en general.
Es posible experimentarla en un día aislado, en una corta etapa o en un largo período de la vida.
Muchas veces se llega a este estado después de estar un tiempo luchando sin éxito por superar una situación difícil. Sin más, se bajan los brazos…
Síntomas
Frecuentemente, este estado de ánimo se ve acompañado de síntomas como éstos:
Cansancio: Este cansancio puede deberse a malos hábitos de sueño o alimentación, al padecimiento de una enfermedad, a problemas que tardan en resolverse, a expectativas fallidas; y también puede ser ocasionado por una mezcla de lo anterior.
Aburrimiento: El tiempo pasa y no te apetece llenarlo con nada gratificante.
Tristeza: Se convierte en frecuente compañera de la apatía.
Instalación en la rutina: Los días suelen parecerse demasiado unos a otros.
Escasez de vida social y afectiva: Falta de interés en compartir actividades con los demás.
Aunque lo que más salta a la vista es la falta de implicación, de pasión, de hacerle frente a una situación o a la vida en general.
Superar la apatía
Por mucho que uno sea consciente de que ha de movilizarse, queda atrapado en una especie de telaraña que se lo impide.
La apatía es un trastorno del ánimo que deja a la persona sin energía, sin ganas de moverse.
Superar la apatía dependerá de lo profunda sea ésta. No es lo mismo enfrentarse a una apatía “breve” o que se limita a un aspecto concreto de la vida, que dejar atrás una larga y generalizada apatía. La segunda a menudo se liga a la depresión y eso son palabras mayores.
Si la apatía es ocasional o se ciñe a un aspecto concreto de la vida, uno puede aprovechar esos “destellos puntuales” que le impulsan a salir de ahí.
No es lo más frecuente que se caiga en la apatía de un día para otro. Suele llegarse después de un camino de desilusión y hay que recorrerlo a la inversa, aunque sea despacio.
Es muy eficaz proponerse decir adiós al pesimismo y aprender a pensar en positivo, cosa que se consigue progresivamente, pasito a paso.
Los pequeños gestos para salir de la rutina son importantes: Comenzar a practicar un hobby, hacer hoy algo distinto a lo acostumbrado, concentrarse en los pequeños y placenteros detalles cotidianos para saborearlos…
Y no olvidemos el poder de las metas, de los objetivos (por insignificantes que sean).
Establecer objetivos
¿Cuál fue la razón por la que estableciste esas metas que ya no te motivan? Búscala, por si aún existe.
Y si no sientes motivación alguna por lo que haces, ¿por qué no cambiar de objetivos?
Esto se refiere a grandes objetivos vitales, pero también a los pequeños.
Funciona establecer metas fáciles de alcanzar e ir alimentando la motivación lentamente, superando esos pequeños retos, hasta tener la fuerza necesaria para afrontar los mayores.
Ejemplos: Aguantar 10 minutos más estudiando, leer un libro, salir el domingo por la mañana a pasear, etc. Es poco, ¿verdad?
Cambio de hábitos
Junto a los gestos para salir de la rutina también es recomendable practicar hábitos saludables, como los que se refieren al sueño o a la alimentación. Y qué decir tiene, el ejercicio físico. ¡A mover el cuerpo un poco!
Hay que mimarse y, mucho más, cuando se consiguen los pequeños retos que hemos mencionado anteriormente.
Cada paso merece un reconocimiento, un pequeño o gran premio en proporción con lo que haya costado dar ese paso.
¿Qué tal si, después de haber trabajado un buen rato sin ganas, te recompensas con algo que te guste? A eso nos referimos.
Y, algo a lo que no se le da mucha importancia: la apariencia física; referida tanto a la forma de vestir como al lenguaje corporal.
Cambio de apariencia
La apatía se expresa con el cuerpo. Una persona encorvada hacia adelante, que se mueve con pesadez, que mira al suelo y apenas sonríe… ¿Qué sugiere?
El simple hecho de erguirse, caminar sin arrastrar los pies y mirar al frente, simplemente eso, hace que la persona se sienta mejor.
Y mucho mejor, si incluso sonríe de tanto en tanto.
El cuidado de esos detalles y de la forma de arreglarse para salir a la calle suponen un cambio muy beneficioso en este caso.
Como ves, sí hay opciones para hacerle frente a esta situación de hastío vital: si has cambiado hasta aquí, también puedes cambiar a la inversa.
Sin embargo, si crees que no es posible el cambio y que tus días están siendo consumidos por la apatía, la mejor recomendación posible es buscar ayuda profesional, sin duda.
Todos tenemos derecho a extraer lo mejor de la vida y la apatía nos lo roba. ¿Se puede permitir algo así? Si
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Artículo redactado por Nuria Monje
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