Ya es difícil lidiar con los problemas diarios, pero no hay nada peor que ir a trabajar a un lugar donde hay un mal ambiente, sabiendo que no puedes hacer nada para arreglar ese mal royo, pues el principal causante de él es el jefe.
Todos tenemos o hemos tenido un mal compañero de trabajo y sabemos lo negativo que esto es, para el trabajo en general y para nosotros en particular, pero tener un mal jefe … es insufrible.
Salimos del trabajo sin energía, tristes, agotados mental y físicamente, y con un sentimiento de inutilidad terrible.
Lo peor de todo esto es que el jefe en cuestión piensa que es un gran líder, todo lo hace bien y hecha las culpas de lo que sale mal a la gente que tienen bajo su cargo, mientras se felicita a sí mismo y a las personas lisonjeras que siempre están dispuestas a darle la razón de una forma soterrada y lo único que quieren es llevarlo a su terreno para así ellas poder hacer y deshacer lo que quieran.
Este tipo de personas lastran el crecimiento de una empresa, incluso el de la sociedad pues son incapaces de ver más allá de sus intereses personales.
Un buen jefe debe de tener la capacidad de aprender de su plantilla, sobre todo si esa plantilla es demasiado mayor, más que la plantilla debe de aprender de él.
Cuando un jefe no tiene en cuenta las opiniones de la gente que está a su cargo, lo que está haciendo es potenciar el desánimo, la desgana, cortar la iniciativa de la gente que tiene a su alrededor, crear desconfianza al tiempo que intoxica el ambiente en el lugar de trabajo.
Pero sobre todo no debe dejarse adular por los clásicos pelotas en detrimento del resto de empleados, pues ante la indefensión que esto causa, el resto de plantilla dirá a todo que sí, nunca discutirán una opinión, limitándose a hacer su trabajo procurando no desagradar al jefe y su corte.
El jefe que actúa de esta manera lo que hace es crear un modelo de trabajo narcisista y una atmosfera laboral irrespirable.
La soberbia no es buena consejera para nadie, pero sobre todo no es buena consejera para una persona emprendedora que tiene la obligación por encima de todas las cosas de gestionar dirigir y organizar un grupo de trabajo.
Un buen jefe no debe de olvidar que el mejor y mayor activo de una empresa son las personas, su implicación con el puesto de trabajo, su creatividad, su conocimiento y el nivel de compromiso para sacar adelante el trabajo, en un ambiente laboral saludable.
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Un saludo
Mari Carmen.
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